Prólogo

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—¡Buenos días jefe! —saludé con alegría.

—Buenos días Amelia, ¿que tienes para mi hoy? —comentó con entusiasmo fingido. Porque sí, mi jefe es más estirado que el palo de una fregona.

—Lo típico de siempre. "Como obtener un bronceado de lo más espeluznante a la vista" —dije leyendo el artículo que aparece en la portada de una revista de moda muy conocida.

Evidentemente la palabra espeluznante no entraban en los planes de la revista ya que, al parecer, quien escribió la portada y el título del artículo activó la opción del auto-corrector y, como todos bien sabemos, el programa escribe lo que quiere.

—¿Espeluznante? ¿En una revista de moda? —preguntó incrédulo.

—Yo también me quedé igual de pasmada que usted, creo que en la industria de la moda las palabras bronceado y espeluznante no pueden ir en la misma frase. De ahí tal alboroto —exclamé soltando una pequeña risa.

—Cierto, ¿pero sabes qué? Creo que ya es hora de que dejemos de lado la industria de la moda, al menos por unos cuantos meses, e investiguemos algo que pegue el bombazo del siglo, algo que llame la atención nada más salir en la portada de cualquier revista. Te lo creas o no, incluso en las de moda, sacan algún cotilleo que no tenga nada que ver con... ellos.

—¿Qué sugiere jefe? —cuestioné con curiosidad.

—Bueno, puesto que usted es mi mejor empleada y saca chismorreos hasta de debajo de las piedras... ¿le gustaría adentrarse en el mundo de la ciencia? —preguntó intrigado.

Al igual que bronceador y espeluznante, yo y ciencia no pueden ir en la misma frase, y la razón de ello es más que evidente. Primero, no me gusta la ciencia, la aborrezco de hecho; y segundo, si me meto ahí dentro quién sabe si puedo encontrarme con algún científico loco que me convierta en rana y me utilice de conejillo de Indias... ¡¡Dios sabe para qué!! Que ya sabemos que en este mundo no faltan locos.

—¿Usted cree que sería buena idea...? —dije tratando de evitar que se me notasen los nervios.

—Por supuesto que si, sería una bomba de relojería si alguien, o mejor dicho todos, se enterasen de que hay algún científico loco que va conviertiendo a la gente en rana para utilizarlos de conejillos de indias.

Vale, no se si este hombre puede leerme la mente o qué, pero creo que paso de meterme en un problemón como este.

—Mire... creo que de este tema se tendría que encargar una persona que esté más cualificada que yo. Nunca he tocado el tema de la ciencia y...

—No necesitas poner ninguna excusa Amelia, si te he llamado a ti es porque eres la persona más cualificada que conozco para tratar ese tema. No es necesario que utilices palabras muy técnicas para describir cualquier situación, con que la gente lo entienda es más que suficiente —dijo sonriendo con ambas manos formando un puño.

—Está bien, veré que puedo hacer... —me fui de aquella sala calculando las probabilidades que tenía de salir intacta de aquel embrollo en el que me había metido. Y no por mi causa precisamente.

Voy a morir en manos de un científico loco...

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Bueno, señores y señoras... aquí tenéis el prólogo. Aunque no puedo deciros la fecha exacta en la que empezaré a actualizar esta historia si puedo deciros que sin duda se viene algo muy grande. Tras algunos acontecimientos por los que he tenido que pasar estoy bastante inspirada y creo que esa inspiración tendrá un buen resultado. Sin más deciros también que os leo por comentarios. Decirme si os gusta, y por ende también si no es así, que cambiaríais o lo que no, si veis alguna falta de ortografía decírmelo que, encantada, voy como un rayo a corregirla... -porque sí, ODIO las faltas de ortografía-. En fin, no me enrollo más. ¡Espero que os guste!

Besos, Angela
XD

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