Ilusión.

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El Satán Imperial, funciona mucho mejor de lo que llego a imaginar. Puede utilizarlo a su antojo, lograr sacar un lado de las personas que nadie creería que tenían.

Su victima esta vez uno de los doce Santos Dorados, uno de los más jóvenes, el que comenzó a mostrar signos de rebeldía después de una misión en Japon; Aioria de Leo, el poderoso león dorado parecía un gatito en celo entre sus piernas, solo una orden y él lo cumpliría sin demora ni objeción, como ahora mismo lo hacia.

Su boca complacía su necesitado miembro, lo metía en su boca, saboreando cada pedazo de piel que esta a su alcance, sus manos masajean  el par de testículos. Mientras lo veía mover sus caderas en círculos, le prohibió tocarse, le prohibió darse a si mismo placer y Leo no le desobedecio, solo se movía tratando de encontrar algo de alivio el que tardaría en llegar.

Saga tomo los cabellos castaños con fuerza, moviendo la cabeza de su amante a su gusto, sin importarle que terminara atragantandose. Metía su miembro hasta la garganta. Disfrutando de ver como caían las primeras lagrimas de esos ojos verdes que le recordaban tanto a otra persona a la que en verdad le gustaría tener entre sus piernas.

Se corrió en el interior de esa boca, salpicado también parte del rostro. Disfruto ver como intentaba retener todo dentro, levanto su rostro solo un poco.

- Traga.

Una nueva orden que obedeció, trago todo sin hacer preguntas. Lo empujo del pecho al suelo, Aioria ni se movió, solo jadeaba dejando ver que quería más, queria más de esa persona que lo torturaba de esa manera tan placentera.

- Dime, ¿Que quieres?- dio un paso en su dirección, mientras sostenía su pene entre sus manos- ¿Quieres esto? Ruega por él.

Le pareció por un segundo que su Caballero quería protestar, decir que no y marcharse, pero no pudo ganarle al control que ejerce sobre su mente, la que ve a la verdadera persona que le gustaría que lo hiciera suyo.

- Lo quiero, Patriarca.

Le prohibió también llamarlo por su nombre. Saga en este momento no existía, solo era un amo domesticado a su mascota, una que quería traicionarlo, como lo hizo otro antes que él.

Sonrió cuando lo escucho, volvio a acomodarse en el trono con una pierna encima de la otra.

- Prepárate para mi.

La hipnosis hizo su trabajo. Aioria llevo su mano entre sus muslos, al interior de ellos, a ese pequeño lugar que nadie había conquistado, su mano libre fue a su miembro manstubandolo al mismo ritmo que su entrada. Acariciaba con un dedo, delineando por completo, empujando a veces, moviendo sus caderas dejando en claro el placer que comenzaba a sentir. Sumó otro dedo en su interior masajeando ese punto sensible que ya lo tenia arqueado la espalda, resbalando por las escaleras de a poco.

- Date la vuelta, no dejes de tocarte y gime para mi.

Obedeció como lo esperaba, su pecho  tocando el suelo, sus manos aun dándose placer, gimiendo para su amo.

Desde ese ángulo podía imaginar que era él, que él se tocaba, que él gemia su placer, se retorcía, ¡Que seria a Aioros a quien haría suyo! Por quien su miembro volvía a erguirse majestuoso, duro y listo. Olvidándose de todo tomo a Aioria de las caderas y de una sola vez sin una pizca de consideración entro en él. Ambos gimieron cuando sus cuerpos comenzaron a chocar con fuerza.

Ese interior lo apretaba delicioso, se sentía tan caliente y apretado que era casi un paraiso. Como arqueba la espalda cada vez que la punta de su miembro llega a la más profundo. Tomo el cabello castaño con brusquedad, tirando con fuerza lo hizo levantar la cabeza al techo, para escuchar sus gritos de placer con mayor fuerza.

- Escucha gata.- se detuvo por un momento mientras se acomodoba mejor detrás del menor- desde este instante tu interior sera más sensible, ¡Quiero oírte gritar por más!

Volvió a embestir con violencia,  viendo fascinado lo que podía lograr con su técnica, podía domar a cualquiera. Tiro con mayor fuerza de sus cabellos casi arrancandolos, daba nalgadas con verdadera fuerza dejando los glúteos rojos, haciendo gritar y llorar al santo del Leo, a su pequeña oveja descarriada, a la que haría volver a su camino. Comenzó a dejar mordidas por su espalda, haciendo un camino de ellas desde el inicio hasta la nuca, la que mordió con mayor fuerza, dejando una herida que seria una bonita cicatriz, como una marca.

Aioria se estremeció y su orgasmo salio con fuerza, pudo ver su rostro uno distorcionado por  completo por culpa del placer que recorrió su cuerpo. Pero aun no se acaba, lo levando por los brazos, dando las  últimas embestidas con fuerza, con rabia.

Porque no era Sagitario a quien tenia a su merced, no era Aioros a quien tomo a su antojo, a quien haría su juguetes favorito. Si tan solo hace trece años no lo hubiera descubierto podría haber sido su consorte, su amante. No es más que una maldita ilusión.

Llenó el interior de Aioria con ese liquido espeso y caliente, lo vio estremecerse una ultima vez, lo dejo caer al suelo como si no le importara que le pasara después.

- De pie.

Leo se levanto con las piernas temblorosas, el semen comenzó a bajar por ellas. Disfruto verlo bajar hasta llegar al suelo, con un movimientos de su mano lo acerco a su persona, para mete sus dedos en ese pequeño lugar que fue suyo hasta hace poco.

- Ve a limpiarte gatita, mañana te quiero aquí de nuevo.

Saco sus dedos de ese interior de maravilla dando una ultima nalgada, la que hizo gemir al castaño.

Si ignoraba su color de pelo podía decir que era él. Si tan solo no lo hubiera mandando a matar.

😈😼

¡Culpo a la imagen que esta en la portada!

No me resistí  a hacer esto, salio de lo más oscuro de mi mentecita loca 😅

Espero les haya gustado.

ScorpioNoMilo.💕

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