14 de febrero de 2014

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Estúpido San Valentín.

—Estúpido día del "amor y la amistad" —murmuró para sí.

El flequillo de lacio cabello negro le cubría la frente y las cejas, pero de algún modo su ceño fruncido era evidente.

Yixing asió con fuerza las correas de su mochila y suspiró frustrado.

<< La gente es tan estúpida. Todo es marketing. ¿Quién dice que hoy específicamente hay que salir con tu pareja y dar y recibir regalos? ¡Qué estupidez! >>

—¿Quiere comprar una rosa para su novia, joven?

—¡No, ella es alérgica! —exclamó, alejándose de la insistente vendedora ambulante.

¿Globos? A su novia le van a encantar —dijo otro vendedor.

Yixing negó con los labios apretados. Maldita sea, ¿por qué el autobús tardaba tanto? Solo quería largarse a su casa de una buena vez. Quería dejar de ver rosas, globos, peluches y parejas de idiotas besuqueándose en plena vía pública.

Cuando el autobús por fin se dignó a aparecer, Yixing agradeció que no estuviera tan lleno como para ir de pie.

Qué suerte. El único lugar disponible era al lado de uno de esos retrasados a los que Yixing había juzgado durante todo el día. Se contuvo de rodar sus ojos, posó su trasero en el duro asiento y esperó a que el conductor se pusiera en marcha. El trayecto a casa usualmente le quitaba una preciada hora de su vida y como lamentablemente Yixing no podía hacer nada al respecto, se puso sus auriculares y abrazó su mochila.

Espero que los éxitos de Michael Jackson lo ayudaran a relajarse y a olvidar por un momento la razón por la cual odiaba tanto ese maldito día, pero resultó que de pronto estaba pensando en ello, como si debiera excusar su actitud.

No era su culpa que Luhan lo hubiera abandonado sin siquiera darle una razón, ni que Minseok lo hubiera engañado de aquella forma tan cruel con un idiota que tenía una escalofriante sonrisa felina. No era su culpa que su corazón se hubiera vuelto desconfiado. No era su culpa que aún después de tres años negándose al amor, su corazón no hubiera podido sanar.

Suspiró. Odiaba ese día porque solo servía para recordarle su mala suerte en el amor. Él también merecía llevar chocolates y un ramo de rosas como el imbécil sentado a su lado.

Yixing tenía veinticinco años, estaba atrasado en su carrera —una carrera que por cierto nadie parecía aprobar—, era soltero, apenas y tenía un par de amigos y odiaba su trabajo en la oficina de un ogro.

Su mirada se desvió hacia el sujeto que estaba sentado a su lado. No tardó en notar que pese a llevar flores y chocolates, no parecía feliz como el resto de personas que también cargaban con chucherías en el autobús.

Yixing fue consciente de otra cosa; era guapo, mucho. El típico crush de autobús que nunca vuelves a ver.

Apartó su mirada del perfil del hombre, para no parecer un acosador, y sus ojos quedaron atrapados en el ramo de rosas. Eran rojas, muy oscuras, estaban frescas y no tenían espinas.

—¿Te gustan? —el hombre preguntó de pronto.

Yixing lo miró y su rostro se calentó hasta las orejas. Negó y posó su vista al frente.

—Nunca había conocido a alguien que no le gustaran —el atractivo desconocido murmuró, mirando el ramo de rosas.

Yixing siguió mirando al frente como si no lo hubiera escuchado, cuando en realidad había detenido la música desde que lo escuchó hablar la primera vez.

Otro Estúpido San Valentín [Sulay]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora