Todos los cambiaformas tienen caracteristicas que los diferencian unos de otros, y por algunas razones, los depredadores terrestres mamiferos predominan en todo el mundo.
Así que el que un alfa, omega o beta no sea uno, es sumamente extraño. Pero i...
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Jimin bufo por quinta vez en el día al ver como todos se alejaban, lo más que podían, de donde él y sus amigos estaban sentados.
A su lado, Namjoon hacía la tarea de Matemáticas, mientras que con una mano sostenía el un sándwich, cuyas migajas caían en el libro. Sus tentáculos estaban escondidos en su holgada ropa.
Hoseok escuchaba música, tratando de no llorar por las miradas que le lanzaban.
Los imperfectos.
Los únicos tres cambiaformas que no se adaptan a los demás en esa escuela. Se rumoreaba que había un cuarto, un híbrido, pero nadie lo había visto.
—Esto es horrible...—el rubio bajo la mirada hacia sus gorditos dedos, abultando los labios y formando un poquito, similar al de un pollito. Animal del que era cambiaforma.
—Lo se, pero no podemos hacer nada para cambiarlo si nos siguen evitando como si tuviéramos la peste negra—Namjoon no quitó la vista de su libro, tomo el sándwich entre sus dientes y con su mano acaricio a manera de consolación la espalda del pollito
El cambiaforma de mamba negra alzó la vista, el sonido de los auriculares sonaba lo suficientemente bajo como para escuchar las cosas de su alrededor. Suspiro al ver a las tres personas que eran, justamente, lo contrario a ellos tres.
Los perfectos.
Los cambiaformas, que a diferencia de ellos, eran presumidos por la escuela a las demás. Sobresalían en sus clubes como la luna llena entre las estrellas.
Hoseok dirigió su vista al menor de ellos, Jeon Jungkook.
Un omega conejo. Castaño, nariz adorable, piel perfecta. Bueno en deportes y en el baile, voz melodiosa y social.
Aún recordaba la primera vez que lo vio, a principios de ese mismo año escolar. El conejo apenas había entrado, era de primero, y audiciono para entrar al club de baile.
Muy diferente a él.
Al cambiaformas de Mamba Negra lo rechazaron por tercera vez, las otras dos veces fueron en sus dos anteriores años. Y ya siendo su último año, jamás iba a poder ser parte del prestigioso club, orgullo de la escuela, que había ido y ganado las nacionales, de la competencia de danza, en años anteriores.
La mano de Jimin se posó en su mejilla, haciéndolo alzar la mirada. No noto que había empezado a llorar, hasta que con su gordito pulgar, Jimin limpio sus gruesas lágrimas.
—Vámonos—susurro Namjoon, parandose y tomando sus cosas.
Los dos imperfectos asintieron, levantándose de las sillas y siguiendo al pulpo en el camino de salida de la cafetería.
Jimin mantuvo su mirada baja, sintiendo todas las miradas sobre él. En un arranque de valentía sus ojos vieron disimuladamente a los perfectos.
