Justo aquí donde me dejaste

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Antes de empezar, solo quiero decir que cambie algunas cosillas (a cómo van en la canción) por ejemplo la edad de la protagonista, aquí tiene 24.
Sin más que agregar...

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Estoy sentada en la mesa de siempre, en un rincón en donde seguramente no molesto a nadie. Hoy decidí traer un libro conmigo, un libro de amor. También, traje mi mejor vestido, mi mejor vestido en la actualidad de color rojo.

Este lugar se siente tan familiar y es como si el me aceptara completamente. Doy un largo suspiro y me recargo en el mueble café viejo estiró mi manos en la mesa y escucho la risa juguetona de una niña. Giro un mi cabeza hacia la derecha y veo a la chiquilla de coletas de no más de cuatro años. Ha crecido mucho. Esta junto a su papá. Un papá que yo conozco.

–Hey Nina ¿Cómo estás? –dijo Marco, un compañero de la secundaria, con una sonrisa.

Sea cortado el cabello, me gustaba más largo.

–Bien –sonrió– ¿y tú? Lindo corte.
Me lo he topado un par de veces por aquí.
Por lo últimos años.

–Gracias, no me puedo quejar –mira a su niña que tiene el mismo color de cabello que él. Negro.

Es un tanto chistosa porque tiene muchas facciones de Marco, bueno, es lógico es su hija. Dah.
Y esa sería toda nuestra conversación probablemente la repetiríamos la próxima semana o la próxima, o la próxima de la próxima semana, como si realmente quisiera saber que he hecho algo nuevo.

No me tengas lástima Marco.

Recogí mis manos de la mesa y sabía lo que él pensaba de mí, sabía lo que todos pensaban de mí al verme en este mismo restaurante que he estado visitando aunque sea una vez por semana por los últimos cinco años. En un ciudad chica, todo se sabe aquí.

Y yo he visto tantas cosas por la ventana de este lugar que podrían considerarme una antigüedad ya.

Rumores, tendencias, ropa, adolescentes aprendiendo de los mayores. Un "yo te lo dije" y personas que jamás regresaron a este lugar porque ya no están más en este mundo. La última vez que me vieron fue... aquí.

Primero venir a este restaurante se sentía como una necesidad, como si hacerlo curará el dolor que sentía en el pecho. Como si estar aquí me devolviera el calor de tenerlo cerca, de tener a Patrick (Pato, para mi y probablemente ahora para ella) cerca. Y después seguí viniendo por mera costumbre, ya era un hábito que no quería dejar, aún.

Y es que la gente nunca lo entenderá y está bien, yo soy feliz a mi modo, me mantengo en mis asuntos sin molestar a nadie así que no debería importarles lo que yo hago.

Si, Patrick (Pato) me dejó en este restaurante aquel día de agosto, cuando yo ya sabía que algo andaba mal, pero ya había escuchado que cuando las cosas se ponen difíciles uno no se aleja, uno trata de arreglarlas. Así que ingenuamente me puse mi mejor vestido, un maquillaje casual y una esperanza que guardé en mi bolsa roja. Entré al pequeño restaurante y él ya estaba en la mesa de la esquina. Vestía una cara triste y yo ya sabía lo que venía a continuación. Y aún así fingí.

Me senté frente aquel chico que conocía desde los diecisiete, aquel que dijo que me quería como a nadie más, que siempre estuvo a mi lado en las buenas y en las malas, el que me ayudó a cargar cosas pesadas cuando yo no podía, el que estuvo para mi en mis peores días.

Cruce mis piernas y le conté sobre mi día, sobre lo emocionada que estaba por comenzar en mi nuevo trabajo de medio tiempo, no me pagarían mucho, pero la experiencia era lo que contaba. Después de unos minutos, tomé sus manos y Patrick (Pato) hizo una expresión de pena. Apuesto a que justo en ese instante, sintió lástima por mí. Y él no supo cuando lo odié en ese momento. El corazón me dolía.

Justo aquí donde me dejasteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora