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14 de febrero.
Atsushi Nakajima era un joven romántico en todos los aspectos posibles, celebraba su amor y el de otros. La simple palabra "romance" lo llevaba a imaginarse miles de escenarios, y crear en su mente una nueva película de amor. Le gustaba mucho el catorce de febrero, haciendo el perfecto contraste con su novio, el cual aborrecía ese día y todo lo romántico en lo que se veía involucrado.
Sin embargo, el joven de cabellos blancos sabía reconocer que Akutagawa se esforzaba. Sabía que su novio no era romántico y que le costaba mucho expresarle su cariño, pero lo hacía.
En su primer mes de novios, había llegado con un ramo improvisado de flores."Le robé las flores a mi vecina, tómalas". Le había dicho. Aunque, se había percatado que tenía una pequeña notita que decía que lo quería, y que deseaba que aquél mes fuera el primero de muchos.
Akutagawa solía escribirle sus sentimientos en pequeñas notitas o mensajes de texto, nunca se los decía personalmente, porque, a pesar de tener aquella aura intimidante, era extremadamente tímido.Recordaba cómo se habían conocido. Había sido en el último año de secundaria.
Akutagawa intimidaba a todos los de su salón, nadie quería acercarse a él. Se sentaba al fondo, para no ser molestado, y siempre que alguien le daba un mirada, éste se la devolvía más intensamente, procurando transmitir que si se metían con él, podrían pasarla muy mal. Sin embargo, había un eslabón pérdido, al cual no le importaba aquél manto negro de maldad, el cual quería acercarse a él.
Atsushi era el único en saludarlo, en la entrada siempre le decía un enérgico: "buenos días" y en salida procuraba decirle un: "hasta mañana", cuando se sentía más valiente solía agregarle el "nos vemos, cuídate". Pero, nunca recibía respuesta.
Aquello no lo había desanimado. Por eso, el primer día de primavera, y luego de descubrir dónde pasaba Akutagawa la hora del almuerzo, decidió acercarse a él.
El pelinegro nunca iba a la cafetería a almorzar, le molestaba el mar de gente que rondaba, prefería comer afuera, mientras leía aquella novela policial que tanto lo atrapaba, tampoco se molestaba en hacer fila por la comida, traía de su casa, simplemente porque aquella comida le parecía una bazofia.
—Hola, Akutagawa.— saludó, bastante enérgico. Tenía la bandeja de comida en sus manos, la cual aferraba con firmeza dándose ánimos.—¿Puedo sentarme aquí?— señaló el pasto con la cabeza. Tenía la mirada atenta, pero sin ninguna expresión. No sabía si estaba molesto, disgustado, si se alegraba o si en cualquier momento lo mandaría por donde vino.—Prometo no molestarte, ni tampoco hablarte.
Pareció dudar, pero le terminó dando un asentimiento, para volver a posar su mirada en aquél libro. Atsushi le dio la mayor sonrisa que encontró, aunque sus ojos no lo miraran a él, estaba feliz. Había desbloqueado un nivel que creyó imposible.
Comenzó a recordar como fue cayendo poco a poco en los peculiares encantos de su novio.
Ryūnosuke no le hablaba demasiado, sin embargo, siempre que lo hacía, su corazón parecía querer salir enloquecido.
Tardó mucho en establecer aquella relación de confianza, a veces, solía hacerle preguntas tan estúpidas sólo para que se las respondiera, y así poder escuchar su voz. Como aquella vez...—¿Crees que corten el pasto todos los días? Siempre se ve muy bien.— le había preguntado, y ni siquiera supo por qué aquello había salido de sus labios, los nervios le carcomían por dentro. Solamente quería escuchar aquella voz de terciopelo hablarle. No pensaba con claridad sus actos de estupidez.
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Happy Valentine's Day (Shin Soukoku)
Short StoryEra 14 de febrero, un día donde Atsushi intentaba cocinar un pastel, mientras recordaba cómo fue que su historia de amor había comenzado.