Helen yacía boca abajo sobre la bañera. Sobre el esmalte blanco, la sangre comenzaba a manar marcando un surco que lentamente trataba de alcanzar el resumidero.
-¿Qué... es esto?
Ella se había incorporado y permanecía apoyada contra una de las paredes del cuarto de baño. Respiraba por la boca, y sus ojos no podían quedarse quietos cuando volvió la vista hacia Robert. Pero él ya estaba de rodillas, al lado de su esposa:
-Helen...
-¡No la toques!
Él la miró.
-Está muerta - ella aún estaba agitada.
-Pero... ¿cómo? - su rostro se desfiguró en una mueca de espanto-. ¡Dios mío! ¿Qué hiciste? - no terminó de pronunciar la frase cuando llevó una mano al estómago y comenzó a vomitar sobre el piso.
Ella se arrodillo junto a él y lo abrazó. Una extraña excitación hervía bajo sus palabras mientras le pasaba frenéticamente las manos por la cabeza:
-Fue necesario, no teníamos escapatoria, tú sabes eso Robert, tú lo sabes, ¿verdad?. Lo hice por ti, por nosotros...
Robert había comenzado a gimotear mientras pronunciaba algunas palabras ininteligibles; la conmoción parecía deformar sus facciones. Parecía otro. Ella se dio cuenta de que era inútil hablarle en ese momento. Por un instante, en sus ojos pareció brillar un atisbo de compasión. Pero no pasó más de un minuto antes de que se levantara y, con vos firme, dijese:
-Hay que limpiar eso, después... después hablaremos Robert.
Él, ya en silencio, levantó su mirada del piso para pasearla por todo el lugar, como si no lo hubiese visto en su vida.
-Escúchame; lo hice por ti. No puedes abandonarme ahora, no puedes hacerlo. ¿Lo entiendes?
Robert, aún con la mirada perdida, la detuvo en un punto y después de un momento asintió con la cabeza. Ella prosiguió:
-Estaba borracha, como siempre. Seguramente cuando preparaba el baño resbaló y cayó sobre la bañera. Eso es todo, ¿comprendes? Eso es lo que le dirás a la policía. Nadie me vio entrar, de modo que estaban sólo tú y ella. Los llamaras cuando dejemos las cosas en orden. -Su voz ahora era serena y autoritaria: - Y guardarás las lágrimas para ese momento. Confío en ti, ahora mi pellejo está en tus manos.
Él no contestó.
-¿Lo entiendes Robert?
Aún con la mirada fija, apenas moviendo los labios, le respondió:
-Entiendo...
-Tenemos que darnos prisa. Por favor, limpia eso y no toques nada. Te espero abajo.- Dicho esto salió del cuarto y bajó las escaleras. Ya era de noche. Y la lluvia había cesado. Había sido apenas un breve aguacero. En la sala, las ventanas permanecían abiertas. Cerró las cortinas y repasó mentalmente sus movimientos. Pensaba en las huellas. No, no había dejado huellas en ninguna parte. El silencio era agobiante. Se le ocurrió encender la radio. Una banda tocaba una música conocida. "Es un día normal, un día como cualquier otro, sólo que... hubo un accidente", dijo para sí. Se sentó en uno de los sillones. Debía pensar. Revisar todos los detalles...
En el cuarto de baño, Robert se incorporó y fue al lavabo. Todo su cuerpo estaba temblando, como si hubiese recibido una corriente eléctrica. Se sentía enfermo. Sin levantar la vista hacia el espejo, se mojó la cara. Permaneció un momento de pie, con la cara vuelta hacia la puerta. Ella estaba ahí, detrás de él, pero no quería mirarla. Fue al pasillo; y de un armario sacó un balde y un fregador. Volvió, con la cabeza siempre hacia el piso, se arrodilló, y comenzó a limpiar esa cosa asquerosa. Por momentos sentía que la agitación no lo dejaría terminar; que en cualquier momento le daría un ataque al corazón si no se calmaba. Se detuvo un instante y respiró profundamente. De repente se le cruzó que era mejor dejar los instrumentos de limpieza en el patio, después. Y ese pensamiento le hizo saber que había aceptado el crimen. En algún lugar dentro de sí había deseado esa muerte, y ahora la aceptaba. También se daba cuenta, aun dentro de esa pesadilla, de que no tenía salida. Él era, lo quisiese o no, cómplice de ese crimen, y eso cambiaba todas las cosas. Sabía que su vida ya no sería la misma; ni el aire que respiraba volvería a ser igual que antes. Y sintió una especie de vértigo al saber que él ya era parte de una muerte: la de Helen, la que había sido su esposa por veinte años, y que, aun borracha, jamás le hubiese hecho daño a él. Después de eso, cualquier horror era posible.
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Los Vecinos Mueren En Las Novelas (Pasado A Wattpad)
Mystery / ThrillerJohn bland, un escritor de novelas policiales de escaso éxito, acaba de mudarse al campo con su esposa. Cuando ella, sorpresivamente, debe regresar a Londres, John decide presentarse a su única vecina, una anciana solitaria que lo invita a tomar el...