El sudor bañaba el exhausto cuerpo de su persona. Después de horas y horas practicando artes marciales, dando puñetazos y patadas en el inmenso terreno de su mansión, por fin tenía un descanso.
Su padre le había replicado por estar escribiendo una vez más, sus historias las cuales para él, eran patéticas y que con ellas no conseguiría ser alguien a la altura del apellido.
Suspiró resignada, no era lo suficientemente capaz para enfrentar a su progenitor.
Decidida a tomar una refrescante ducha, ascendió por las escaleras hasta su habitación.
Dentro de unas horas debía asistir al entrenamiento de atletismo, el cual simplemente le daba igual, de hecho, ya había olvidado el desafío que exigió aquel rubio de ojos azules.
Que fastidio.- pensó irritada ya que una vez abrió la llave de la ducha, una voz desde afuera se escuchó.
- Señorita Yena, su prometido la espera en el comedor para almorzar.
La empleada solo hacía su trabajo, pero no evitó maldecir su existencia, después de todo cada persona en esa mansión, estaba al tanto del desprecio que sentía ella por el joven.
No respondió, simplemente se concentró en el agua recorriendo todo su cansado cuerpo, olvidándose de la presencia de la empleada detrás de la puerta.
- ¿Señorita Yena?.
Un gruñido inevitable salió de su garganta.
- ¡Demonios, ya te oí!.
Exclamó furiosa, haciendo que la empleada diera un brinco por el tono brusco y repentino de la menor. Sin quitarle más tiempo, decidió volver al comedor a charlar con el "agradable" y apuesto joven.
Nadie en el exterior de esa mansión conocía la personalidad impulsiva de la muchacha, solo su prometido. Los padres del muchacho, imaginaban que su relación era un cuento de hadas, sin embargo los padres de la fémina, estaban al tanto de su odio -que para ellos no tenía sentido- y repulsión hacia el menor, sin importarles mucho, después de todo, su unión les daría muchos beneficios, dos familias absurdamente ricas.
Yena odiaba a sus padres, jamás le dieron amor, atención -a excepción de sus constantes y exigentes entrenamientos- o comprensión. Sin embargo, aún tenía la esperanza de que sus padres la dejaran hacer algo por su voluntad, al menos una sola vez.
Una vez salió del humeante baño, se vistió rápidamente con ropajes deportivos y calzado del mismo estilo. Tomó su bolso, en el cual ya habían preparado un pomo con agua fría y toallas para el sudor.
Suspiró un poco nerviosa, se escaparía de su propia casa, sabía que su padre estaba en su estudio, su madre seguro de compras, y su prometido esperándola en el comedor. Además, no era la primera vez que lo hacía y aún así, no se escaparía en realidad, simplemente evitaría observar el atractivo y hermoso rostro de su prometido.
Después de salir por la ventana cuidadosamente, apretó su bolso contra su cuerpo y caminó por los límites del tejado hasta llegar al roble que yacía a metros de su habitación y sin pensarlo mucho, saltó.
Rápidamente se agarró de una fuerte rama y se soltó a la misma vez, cayendo exitosamente en el suelo, odiaba a sus padres pero a veces les agradecía por haberla entrenado en tantos aspectos.
Sonrió emocionada y trotó hasta el grande garaje que guardaba todos los vehículos pertenecientes a la familia o a algún invitado, como lo hacía el pulcro auto color verde pantano en el centro de este.
Soltó una sonrisa divertida, pensando en usar el auto de su prometido y gastarle una broma, pero luego pensó en el sermón que le caería junto a la reprimenda por parte de su padre.
Caminó hacia la bella Yamaha que la esperaba parqueada a una distancia de cinco metros de ella.
Se cruzó de brazos indecisa, en si usar su moto favorita para ir a un simple entrenamiento o usar su habitual BMW.
Ah, necesito aire fresco, mejor la moto.- pensó asintiendo de acuerdo con su decisión y tomó las llaves y el casco para caminar hasta el medio de transporte.
Sin pensarlo mucho, se subió a ella y abrió las puertas del garaje, viendo el cuerpo de su prometido que se encontraba fuera de este con los brazos cruzados y el ceño fruncido.
Podía observarle debajo del cristal del casco, le sonrió burlona y aceleró pasándole por el lado a gran velocidad.
Una vez salió del territorio Giller, chilló emocionada por la adrenalina y aceleró más, ignorando autos y personas que la miraban sorprendidos cuando oían el rugido del motor pasarles por el lado.
No estuvo tan mal.
- ¡Señorita Giller! Llegó más temprano de lo normal.
Solo asintió ante su afirmación y comenzó a estirar en el suelo. Había llegado primero que su entrenador gracias a su entusiasmo en las calles.
Pocos minutos después, ella ya se encontraba corriendo en la pista y aún no llegaba nadie del entrenamiento. Practicaba resistencia, pues rapidez ya la había avanzado. Después de veinte minutos, solo le quedaba una vuelta más para terminar el entrenamiento.
Sus compañeros entraron por la puerta y no estaban nada sorprendidos por verla allí entrenando, sin embargo un rubio con sonrisa amplia se acercó rápidamente a la azabache.
Comenzó a correr a lado de la menor con la misma sonrisa.
- ¿Y bien? ¿Cuándo comenzamos a pelear?.
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Maldito Demente || Luck Voltia
Fanfiction«Una vida llena de lujos, padres exageradamente estrictos con ser perfecta en todos los sentidos, sin amigos y un pésimo mal humor.» «Una vida llena de aburrimiento sin nada en especial, así pensaba ella.» «Hasta que de un día para otro, la presenci...