Durante la batalla de Waterloo, Napoleón deseaba tener una segunda oportunidad para alcanzar su máximo potencial. Dios decide escuchar su oración y darle lo que quiere. El ahora joven general se encontró en una posición crucial: Lugnica es una monar...
20 de junio de 2000 AF (después de Flugel), Lugnica
Al día siguiente, Napoleón decidió comenzar su carrera una vez más. Fue a registrarse en el Cuartel de los Caballeros.
"¿Así que quiere unirse a los caballeros, joven señor?"
Napoleón asintió. El caballero que hablaba con él suspiró "¿Tienes alguna experiencia en el trabajo, entrenando?"
"Sí", respondió el joven general "Yo había servido durante dos años como oficial en mi tierra natal" (1).
Frunciendo el ceño, el caballero continuó el interrogatorio "¿Estás seguro de que quieres las necesidades del título de caballero?" Napoleón asintió con decisión, recordando todas las batallas y su participación en el frente.
"Entonces, ¿qué tal una apuesta?" el joven general se animó ante la pregunta, curioso por esta "apuesta".
"Si eres capaz de vencer a un caballero de mi elección, puedes unirte a los caballeros de inmediato ..." Interesante, pero aún sentía que el desafío no iba a ser fácil. "... Pero ..." Napoleón volvió su atención al caballero. "... Si no logra la victoria, se verá obligado a abandonar la capital".
Este ... este hombre ...
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Napoleón respiró, intentando calmar su temperamento.
"Ok" No tenía otra opción, si quería tener la oportunidad de retomar las posiciones que le correspondían tenía que correr riesgos.
"Mhh" El caballero se volvió hacia un grupo de reclutas antes de llamar "¡Reinhard, ven aquí!"
El caballero pelirrojo antes mencionado se acercó a los dos. "¿Sí Manfred?" Preguntó, obvio para la conversación pasada.
Manfred sonrió con satisfacción "Este quiere unirse a los caballeros y le propuse entrenar contigo .."
Reinhard asintió y se volvió hacia Napoleón. "Espero que realmente tengas experiencia, porque no me gusta contenerme".
Napoleón sonrió con satisfacción "En realidad, te iba a preguntar lo mismo".
Ambos comenzaron a moverse a la siguiente habitación, donde se colocó una arena de tamaño mediano.
Tomaron una espada de madera cada uno y se movieron en las posiciones respectivas.
Tomaron su postura y cuando el árbitro, Manfred, inició el combate, se pusieron en acción.
