eres es mi alma gemela

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¿Qué clase de Dios le mentía a la persona que llegaba a rezarle sin emociones negativas sobre él?

El Dios de la Guerra, actualmente conocido como Satoru Gojou, le mintió a un pobre humano.

No fue porque en realidad tuviera las ganas de hacerlo, pero cuando escuchó la oración de aquella persona, sintió que no debería dirigirlo hacia ese camino. Aunque el joven alegre que lo visitó parecía bastante enajenado al término «alma gemela», de igual forma creyó conveniente no permitirle conocer a esa persona a la cual estaba destino.

Primero, ningún ser humano querría estar unido al Dios de la Maldición; y segundo, él tampoco quería que precisamente ese joven fuera a los brazos de ese tipo al otro lado de la montaña.

Entonces, guiado por esas dos razones, le dijo que su alma gemela había muerto y que la conexión entre ambos se había roto. Como deidad no debería estar mintiendo, pero él era una deidad que podía hacer temblar al mundo entero, ¿qué pasaba si mentía? Había tantas deidades que decían blasfemias con tal de lograr un propósito, ¿por qué él no? Además, este joven que había pedido por su alma gemela justamente acabó en su templo, ¿cómo podría dejarlo ir así? Tantos años en el monte le dijeron que la llegada de una persona especial terminaría por llevarlo a la gloria.

En el monte, precisamente en su templo, nadie había venido a rezar por nada ni nadie. Las personas que iban al monte, en lugar de acabar en el camino que los llevaría hasta su templo, siempre terminaban en el pasaje al templo de la deidad maldita al otro lado. Si no sabrá él cuánto ese tipo se burló en su cara por llevarse a la gente que iban a buscarlo y les otorgó un camino mucho más exorbitante.

A Gojou simplemente no le importaba que ese tipo hiciera esos planes porque nunca quiso formarse como una deidad misericordiosa. También creía que el otro pensaba así, nada más que se metió en esa obra de "deidad buena" ―o el tipo que solo cumplía deseos derivados de emociones sombrías― solo para fastidiar al mundo de los dioses. Ya había muchos que intentaron ir contarle la cabeza y matarlo de raíz, pero con la fuerza de Sukuna, que superaba con creces a muchos otros -a excepción de él-, jamás pudieron mantener un enfrentamiento duradero más que el lapso de unos minutos.

Gojou incluso recibió visitas de esos tipos para ingresar al grupo de «matar al demonio» que acabaron en silencios duraderos.

Él ni siquiera quiso involucrarse con esa maldición, no quería agonizar con la ruidosa risa de Sukuna y su manera de hablar tan irritante. Aunque podría arremeter con el mismo índice de irritación, al final de día ése no era su trabajo. Los demás tenían deseos mundanos para acabar con Sukuna, mientras que él solo quería pasar los días viendo si habría algún cambio a su rutina.

El cambio surgió cuando Itadori Yuuji apareció repentinamente en su templo.

-Bueno, me dijeron que vaya al templo que está al otro lado. -Él se rascó la mejilla, avergonzado. Estaba de rodillas frente al pequeño templo en ruinas, con los ojos cerrados-. Pero sentí que no era bueno hacerlo cuando está usted aquí. El abuelo tampoco me obligó a ir a rezarle al señor Sukuna, pero me dijo que viniera aquí. El abuelo nunca dijo algo que fuese hecho para un mal, así que acepté sus últimas palabras y aquí estoy.

Él había comenzado hablar de esa manera, contando la razón detrás de su llegada y adoptando una actitud muy respetuosa. Al parecer su abuelo murió.

-Ah, nunca pedí algo durante toda mi vida. Tenía todo lo que quería: el amor del abuelo y la amistad de mis preciosos amigos. Recientemente me quedé solo, es decir, mi abuelo acaba de morir y de mi familia no queda nadie. -Yuuji se aclaró la garganta-. No tenía nada que desear. Quizás porque nunca deseé algo que el abuelo se fue. Pero sus últimas palabras me dijeron que necesitaba tener un deseo si quería vivir bien. El deseo del abuelo para mí fue que yo viviera bien y con mi alma gemela. Entonces, mi deseo es el mismo que el suyo: debo estar con mi alma gemela.

Soulmates » GoYuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora