One-shot: Bajo luna y estrellas

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La escogí a usted porque me di cuenta que valía la pena, valía los riesgos...valía la vida.

Había pasado dos horas, dos horas desde que estaba aquí, sentada en una mesa esperando por su llegada como una tonta, teniendo la esperanza que su relación siga a flote y valorara el esfuerzo que estaba haciendo para que no se deteriorara.

Pero él no estaba, no llegaba.

No debería sentirse mal, después de todo, siempre era así con ella.

Yamcha no iba a cambiar, no lo haría.

Pero ella al menos había tenido la esperanza de que realmente lo haga. Había decorado el jardín de su casa, contratado a los mejores chefs para darle una cena deliciosa, se había arreglado lo suficiente, hasta le había comprado un regalo...

Todo para él.

Y así le pagaba, faltando a su cita por San Valentín.

¿Dónde estaba? ¿Qué estaba haciendo? ¿Por qué no venía? Lo había llamado varias veces y siempre la dejaba en buzón, le había mandado un montón de mensajes, pero ni en visto la dejaba.

Tal vez, ni debería de preocuparse. Lo más seguro es que él estuviera en compañía de otra mujer, ¿verdad? Pasándola bien, divirtiéndose y no aburriéndose como lo hacía con ella.

Una risa irónica salió de sus labios.

Al parecer estaba sola, completamente sola.

Ah, se le olvidaba. No estaba sola, estaba con Vegeta que todo el día se la pasaba entrenando para ser más fuerte que Goku y ser un super saiyajin.

Así que no, no estaba sola.

Secándose las pequeñas lágrimas que querían salir de sus ojos azules, tomó un sorbo de su copa de vino.

La vida a veces era muy maldita con ella, 15 años en una relación casi tormentosa, por decirse así, tratando de evitar de no estar sola, dando lo mejor de ella, haciendo de todo lo posible para satisfacerlo...y todo por querer cumplir su sueño de ser tener una familia feliz con el hombre de su vida.

Ja, que tonta.

Tomando otro sobro de su copa, volteó su rostro y se encontró con la persona menos esperada.

Vegeta.

No pudo evitar sorprenderse al verlo mirarla directamente a los ojos, estaba parado en el umbral de la puerta, con la vestimenta terrícola que él tanto despreciaba, viéndola y apreciándola en su humillación.

Centró su mirada en su copa y lo bebió de frente. Quería estar sola, disfrutar de dolor sola y con la compañía de la soledad.

Fue cuestión de segundos de sentir su mirada en ella, que no aguantó y preguntó -¿A qué has venido? ¿A burlarte de mi situación y sufrimiento? -La tristeza y el dolor se escuchaban en su voz – Hazlo, dime que soy patética, no me interesa. Después de todo, muy en el fondo sé que es verdad y no me opongo.

El príncipe sin reino la miró. Sí, él quería burlarse de ella, humillarla, decirle lo tonta que era por haber esperado mucho de un hombre tan poco, pero no podía, no en su deprimente estado.

No quería hacerla sentir deplorable porque ella no lo era. No lo era.

Viendo cómo había otro asiento en la mesa, se dirigió a ese y se sentó, justo frente a ella viendo cómo estaba sufriendo por un idiota como ese.

Ella sonrió con ironía -Eres admirable, prefieres decírmelo en la cara que desde lejos- Intentó no mirarlo, suficiente sería con escuchar sus palabras -Anda, suéltalo- Incitó.

Bajo luna y estrellasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora