Llegamos a casa y lo primero que me apetece es tirarme a dormir pero Harriet esta demasiado ebria y caliente como para irse a dormir, verás.
Nada más dejar mi gabardina colgada en el perchero de la entrada se abalanza sobre mi y me rodea el cuello con sus brazos.
— ahora si puedo, no me lo niegues G — dijo chocando su frente contra la mía — ahora si Har, prepárate — rio de forma seductora, no sabe lo que me pone que se ría así.
Junté mis labios carmesí contra los suyos rosados y le comí la boca. Deslice mi lengua dentro de su boca y no luchó. Me dejó puerta abierta a ella.
Algún que otro gemido se escapo de su boca cuando metí mis manos dentro de su blusa y mis manos encontraron sus tetas.
Las toqué con lujuria y pellizque las puntas. Harriet se retorcía del placer y hacía que yo la quisiera más aun. Levante la camisa y lamí un pezon mientras que al otro lo tocaba dando círculos con mis dedos.
Ellas e derretís en mis manos y causaba una fuerte calentura en mi.
Verla gemir mientras me miraba a los ojos me ponía.
Pasé al otro pezon pero no me dejó y me jalo del pelo para besar mis labios. Sonreia entre beso y beso.
Mis manos seguían jugando con sus tetas y ella seguía gimiendo.
— G, comeme el coño, porfavor — me rogó — no Har, déjame prepararte, sabes que no soy tan fácil —
Pasé mis dedos por encima de su pantalón y noté como se estremecía, sonreí. Baje la bragueta y abrí el botón para quitarle el pantalón mientras ella osaba sus manos por mi pelo.
La dirigí a la cama y toqué su coño. Es tan sensible que se tensa aunque tenga una tela por encima — galerna, quítamela ya — sonreí maliciosamente al escucharla y me desquite de su tanga.
Metí mis labios dentro de su coño y empecé a chuparlo. Levanto la pelvis un poco y la obligue a bajarla.
Jugaba con mi lengua en su clitoris y hacía círculos en el. Se volvía loca y me tiraba un poco del pelo.
Mi lengua se escabullía entre su agujero y lamía sus paredes mojadas — Harriet estas desesperada — dije pícara — mami, comeme el coño — pidió por segunda vez
Acaté normas y empecé a comerle el coño. Sus gemidos no se contenían en su boca y me dejaba escucharlos haciendo que mi sistemas se volviera loco.