3 meses antes...
-¡No entiendo porqué tienes que hacer todo esto, Ray!- gritaba Beck mientras yo destruía todo lo que había a mi alrededor.
-¡Y yo no entiendo por qué me haces esto a mí! ¡Después de todo lo que te he dado!
Cogí la lampara que había encima de mi mesita de noche y se la tiré a la cabeza, aunque él logró esquivarla. No podía creer que después de tanto tiempo Beck rompiese conmigo. Siempre habíamos sido Beck y Ray, la pareja del año. Yo le quería con cada uno de mis huesos, pero eso nunca pareció suficiente para él, siempre quería más. Nunca se conformó solo conmigo y eso me quedó muy claro después de leer la lista de todas las chicas con las que se había acostado, una lista que alcanza fechas anteriores a las que él me juraba que yo era su primera vez. Pista: él ya traía carretera de antes, pero yo no.
-Ray, por favor, cálmate y hablemos como personas civilizadas.
- ¿Civilizadas? ¿Te crees una persona civilizada? ¡Una maldita persona civilizada no engaña a alguien durante 5 años y encima tiene una lista con ellas! ¡Joder, Beck! ¡Yo te quería! -rompí a llorar de nuevo. No es que se hubiese notado mucho porque mi rostro ya era más parecido a un cuadro de Kadinsky que a una chica de 22 años.
-Escúchame, por favor.
- ¿Para que me puedas poner otra excusa? ¿Sobre quién va a ser esta vez? ¿Ashley? ¿Quizás Shannon?
-Tú siempre estabas tan centrada en la universidad que nunca te planteaste mis necesidades.
- ¿Perdona? ¿Tus necesidades eran todas las chicas de las fiestas con las que siempre juraste que eran solo amigas? ¿Tus necesidades requerían meterse en las bragas de toda la facultad? No lo creo, Beck. Esta es otra de tus excusas para hacerme sentir mal.
-Ray, creo que es mejor que hablemos de todo esto en otro momento, cuando te calmes.
- ¡Eso! ¡Vete! ¡Huye de todos tus problemas como haces siempre!
Pero para cuando dije la última palabra Beck ya había cerrado la puerta de casa y había salido corriendo como una rata asustada. Me senté de cuclillas en el sitio, agarrando fuerte mis rodillas tratando de mantener la compostura, pero poco quedaba ya. Me vi en el reflejo de un trozo del espejo que había roto tratando de apuntar a Beck. Mi cara se veía destrozada. Mis ojos azules nunca se habían visto tan vivos en contraste con el rojo de alrededor. La hinchazón de tanto llorar era evidente y mis manos estaban magulladas y con rasguños de todos los objetos con los que me había cortado o arañado al intentar usar como arma.
En ese momento lo único que se apoderaba de mí era la rabia. Me cegaba toda la ira que sentía. 7 años de relación que se habían ido a la basura. Mis mejores momentos regalados a una persona que nunca los quiso en primer lugar. Me hace plantearme si Beck me quiso en primer lugar, si todas las citas, los regalos y los besos fueron de verdad o solo un juego para él. Los dos primeros años fueron maravillosos, y una parte de mí quiere creer que fueron de verdad, que si me quería. Beck fue mi primer beso, mi primer amor, fue todas mis primeras veces. Con 15 años Beck era todo lo que podía soñar. Alto, cabello castaño ondeando al viento, quarterback del equipo y el más popular de todo el instituto. Y lo mejor, se había fijado en mí.
Todos creían que después de la universidad por fin daríamos el gran paso y nos casaríamos y viviríamos una película cliché, pero eso nunca pasará. Mis padres estaban tan encantados con Beck que incluso estaban dispuestos a darnos la entrada para comprar nuestra casa juntos, incluso cuando esa opción nunca estuvo encima de la mesa. Supongo que Beck nunca tuvo intenciones de llevar la relación al siguiente nivel. Vivir conmigo supondría dormir menos con todas las otras chicas del campus.
Me sequé las lagrimas como pude, manchando todas mis ojeras con más máscara de pestañas. Mi cuarto me empezó a dar ansiedad, así que salí a buscar aire. Unas horas y vueltas después había anochecido y yo seguía sin querer volver a mi cuarto en la residencia de la universidad, así que me senté afuera de lo que parecía una fábrica abandonada. Y justo cuando pensé que no podía haber tocado más fondo, oí el ruido de la música de fondo y unas voces riéndose. Me giré a ver la procedencia y me encontré a tres chicas, cada una más variopinta que la otra, agarradas del brazo mientras reían y hablaban. Cuando nuestros ojos se cruzaron, dejaron de reír automáticamente y su mirada cambió de felicidad a preocupación.
- ¿Estás bien? -me preguntó la chica con el pelo rosa agachándose enfrente mío.
-Te ves horrible. – mencionó desde el sitio la del pelo negro con el pintalabios a juego.
- ¿Alguien te ha hecho daño? ¿Llamamos a una ambulancia?
-Yo... eh... no, no hace falta -. Logré musitar entre tanta atención – Solo he tenido un mal día.
-Entiendo. ¿Sabes lo que ayuda siempre en un mal día? ¡Chupitos! Nosotras nos íbamos ya, pero esta situación requiere urgente que volvamos dentro a por otra ronda.
- ¿Dentro? -pregunté extrañada.
-Si, claro. ¿A dónde si no?
Y así fue como media hora después estaba eufórica bailando en una fiesta clandestina dentro de una fábrica abandonada como si unas horas antes no hubiese descubierto la lista de chicas con las que me había engañado mi primer amor. Sky, Avril y Effy (así era como se llamaban esos ángeles caídos del cielo) me habían salvado de ahogarme en mi propia miseria aquella noche. Y la siguiente. Y todas las noches que fueron a continuación hasta que logré superar a Beck y empezaba el último año de universidad.
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Factory Girl (Actualizando lentamente)
Teen FictionElla es Ray Momsen. Y él es West Valentine. Iguales en todo. Mismo carácter, mismo temperamento, mismos gustos, misma clase de vida aunque esta no sea la más adecuada. Y a pesar de que están en las mismas fiestas y en los mismos sitios, sus caminos...