SEGUNDOS LUGARES

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Categoría 3

"CUENTO MODIFICADO"

Laura Pérez Caballero 

38 años

España

"Isabella y Bastian"

ISABELA Y BASTIAN

Su padre la miró recostada en el sofá, plenamente consciente de lo que iba a hacer. Su pecho subía y bajaba acunado por el sueño después del largo camino recorrido desde la mansión de Bestia hasta el hogar paterno. Había llegado al alba, exhausta, para despedirse para siempre de él.

"Padre, le amo" le dijo en un susurro "No quiero que usted sufra, quiero que sepa que pese a ser una bestia soy feliz a su lado". El padre había asentido. Luego ante la insistencia de ella de volver a hacer el camino de vuelta en aquel mismo momento él le había pedido que se recostara en el sofá a descansar unos minutos y despedirse. Ella había aceptado y, tal y como él había pensado, se quedó dormida apenas apoyó su cabeza sobre el cojín de terciopelo rojo.

El padre puso a hervir la cera, con calma, con seguridad, convencido de que era lo mejor que podía hacer por su hija. Nunca debería haber aceptado el cambio que Bestia le había propuesto el mismo día que él cortaba aquella rosa para Bella. Había sido débil y egoísta y ahora debía arreglar todo aquello. No podía consentir que su hija se esclavizara a aquella bestia durante toda su vida únicamente para salvarle a él. No, no podía creer a Bella, ella no amaba a aquella bestia, tan sólo trataba de protegerle a él.

La miró por última vez, memorizando sus hermosos rasgos y luego vertió sobre su rostro la cera hirviendo, que se pegó abrasadora a su cara como si fuera una segunda piel. Ahora Bestia ya no tendría motivos para desearla.

Cuando Bella atravesó el jardín de Bestia y entró sigilosa en la mansión no esperaba encontrarle sentado a la mesa del salón con un revólver entre las manos.

-      Bestia...- dijo angustiada desde la penumbra de la puerta. Su rostro escondido en las sombras y tras la capucha de la capa.

Bestia la miró abatido.

-      Bella, creía que no volverías.

Hizo amago de levantarse hacia Bella, pero un movimiento de ella con su mano le obligó a detenerse.

-      He vuelto, pero no sé si tú querrás ya que me quede- dijo ella con la tristeza rasgándola la voz.

-      ¿Por qué dices eso, mi amor?- preguntó Bestia tratando de acercarse de nuevo a ella.

Bella se adentró más en el salón, hasta que la luz del candelabro, con todas sus velas encendidas dejó ver a Bestia su rostro cubierto por la capucha. Lentamente, Bella descubrió su cabeza y, mientras lo hacía, contemplaba cómo los ojos de Bestia se inundaban de lágrimas que comenzaban a resbalar por sus maltrechas mejillas. Mientras las lágrimas le bañaban la piel, el rostro de Bestia comenzó a transformarse y su cuerpo informe y retorcido fue haciéndose fuerte como el de un árbol.

Bella asistía asombrada a la transformación de Bestia, hasta tener frente a ella al hombre más apuesto que se hubiera podido imaginar jamás.

Él se acercó a ella que se tapaba el rostro quemado, avergonzada ante sus heridas que, ahora, la habían convertido a ella en la bestia que antes había sido él.

Bestia le retiró las manos con cariño y le besó lentamente toda la cara.

-      Iremos a buscar a tu padre, él vivirá con nosotros, comprobará cuánto nos amamos y un día tu rostro sanará como ha sanado mi cuerpo y mi corazón.

Escritos ganadores del PRIMER CONCURSO DE ESCRITURA "¿TE ATREVES A ESCRIBIR?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora