La verdad del Genocidio

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          «La tierra pasó por el peor momento de caos en toda su historia, pero ahora podía oler la esperanza, el regocijo y el regreso, o renacer, de la vida de siempre.

            En tan solo un parpadeo divisó todo su futuro, y una gran sombra se cernía sobre él.  Ella merecía una vida diferente, no trabajó tan duro por nada.

            —¿Qué haces? —contemplaba la majestuosidad de la naturaleza, disfrutando el hecho de haber hecho algo por salvar el hogar de todos los humanos. Ya no tendrían que irse y los que se fueron podrían volver. Ahora, sin embargo, se daba cuenta que ella, su amiga, corría hacia la bomba, no solo hacia la bomba, sino hacia el detonador— ¡¿Qué haces?!

            —No podemos dejar esto ante la vista de todos —respondió—. Pronto vendrán y nos mataran —tomó el detonador, un chip holográfico de tecnología UUHD5G y las llaves de dos capsulas espaciales.

            —Nosotros los hemos ayudado. Sin nosotras, ya no existiríamos —aunque no sabía hacia dónde se dirigían, comenzó a seguir sus pasos.

            —Por nosotras casi dejamos de existir. Buscaran un culpable y aquí estamos las dos. No se compadecerán, nos matarán, así es la vida, así somos los humanos. Necesitamos de una extinción para comenzar a pensar diferente. Los Hackers se llevaran todo el maldito mérito de esto, nosotras solo seremos las villanas. Las genios locas, que decidieron jugar con ciencia demasiado avanzada para ser aceptada por este mundo —Ella la escuchaba y un gran remordimiento vino a su cabeza. Por más que lo pensaba, no encontraba razón para haber hecho algo tan monstruoso, y aun así le daba nostalgia dejarlo todo.

            —¿Qué propones hacer? —tan solo al hacer la pregunta, divisó que estaban en el hangar de los laboratorios. Unas capsulas las esperaban y ella, su amiga, tenía la llave — ¡¿Nos iremos a dar vueltas en el espacio?!

            —Viajemos un día o dos. A la velocidad de la luz cuando volvamos habrán pasado unos treinta años o más. Volvamos cuando ya no quieran encontrar un culpable al cual asesinar.

            Lanzó el detonador y todo su equipo dentro de la capsula de vidrio altamente resistente. Eran capsulas pequeñas, portadoras de un solo habitante por viaje.

Con pesar divisó todo, despidiéndose por última vez. Su amiga, tenía razón, no podían permanecer en el planeta que por un momento se les ocurrió destruir. Poniendo su pulgar en el identificador, abrió la puerta de su capsula.

            Las puertas de ambas se cerraron y el viaje comenzó.

            —¿A dónde quieres ir? —preguntó ajustándose los auriculares. Estaban en pleno ascenso, a unos 2500 km por segundo. Por una pantalla podía verla, y lo que veía no le agradaba— ¡¿Qué haces?! ¿Por qué estás anclando el detonador? ¡Detente! —gritaba. Ya se encontraban en el espacio, con el gran globo terráqueo sobre ellas. Ambas se detuvieron y ella pudo divisarla desde la ventanilla. Su corazón estaba acelerado “No puede hacer lo que estás pensando”— ¿Qué demonios piensas hacer? ¿Estás demente?

Irradiados. La verdad del GenocidioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora