Fragmento - Prólogo

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Despertó jadeando en busca de aire, en busca de soporte, en busca de algo que lo regresase al presente, sudando en frío y completamente desorientado, del exabrupto había quedado sentado en la cama estrujando la sábana entre sus puños.

- U-una pesadilla... - se dijo para tranquilizarse mientras se sostenía el pecho - Solo fue una pesadilla...

El temblor era visible en su cuerpo, mientras que su cabeza batallaba por hilar un pensamiento coherente para entender con cuál de todos sus recuerdos había soñado esta vez. Secuelas por haber portado uno de los fragmentos del meteorito, las memorias de todo lo que había hecho regresaban para atormentarlo.

El reloj marcaba las tres y media de la mañana, el astro rey aún no tenía planes de salir, pero Kazemaru sentía que si se quedaba ahí sería devorado por la oscuridad de su cuarto y mente.

Una chaqueta para protegerse del frío, un pantalón buso y sus fieles zapatillas, en tres minutos había escapado de su habitación, huyendo de sus propios demonios, esperando dejar atrás el susto que vivía. Mientras bajaba las escaleras del pequeño complejo perteneciente a Inazuma Japón se amarraba su fiel coleta, llegó con prisas a la puerta de salida y apenas fue abierta sintió que le fue regresada el alma al cuerpo.

La tranquila noche lo recibió en el exterior. La luz de la luna llena iluminaba cada rincón que tocaba, los suaves sonidos de algunas criaturas nocturnas cantaban en perfecta sintonía, acompañados de una ligera brisa que mecía las plantas. Un cuadro perfecto y armónico, un efímero momento de paz.

Se detuvo un momento admirando el paisaje, el manto nocturno parecía querer arrullarlo luego de tan amargo momento, tristemente necesitaría más que eso para calmarse.

Hizo unos pocos estiramientos antes de comenzar un leve trote.

Habían pasado meses desde que Endou lo salvó de los Dark Emperors, el capitán y los chicos le perdonaron todos sus errores y aquel meteorito había quedado en el olvido, enviándolo al fondo de su memoria como un mal capítulo en su vida que no necesitaba volver a ver la luz. Un capítulo que fue sellado en lo más profundo de su mente.

Daría todo, por dejarlo ahí en el olvido.

Poco más de un mes de sacarse esa piedra del cuello, comenzaron las pesadillas. Los recuerdos lo atormentaban noche tras noche, cada una de sus acciones, palabras, decisiones, cada error que cometió lo repetía innumerables veces, caía en un constante bucle de desesperación en el que solo podía observarse repetir errores por los que hoy se arrepentía, con cada nueva pesadilla trataba de redimir sus actos solo para hundirse en la impotencia de no lograr cambiar los recuerdos - no podía cambiar su pasado - cuando la situación se estaba volviendo insostenible, comenzaron a disminuir. Poco a poco los sueños eran menos frecuentes... Y por un momento, la ilusión de que todo por fin terminaba le trajo paz. Lastima que antes de las tormentas, siempre viene la calma.

Aquello se suponía era un efecto secundario sin mayor percance.

La energía del meteorito era absorbida por el cuerpo, el producto de esto era una sustancia que sacaba su mayor potencial. Una explicación simple, para jugadores desesperados, heridos y abandonados buscando volver a brillar.

El sistema inmune como con cualquier elemento ajeno al cuerpo, reaccionaba en forma negativa tratando de eliminarlo.

En otras palabras: la energía que entraba al cuerpo se transformaba en calor que debía producir más trabajo, y el cuerpo al rechazar la misma producía fiebre.

Solo eran episodios que sufrían los nuevos reclutas, que desaparecían al poco tiempo de presentarse. No era un síntoma letal - es parte del proceso - nadie podía evolucionar si no está dispuesto a vivir cambios. Las palabras no hacen justicia a la experiencia. El episodio de un ataque de calor, consistía en un sofoco que te quemaba desde lo más profundo de las entrañas, expandiéndose rápidamente a todo el cuerpo, el organismo tratando de regular la temperatura consumía más oxígeno en la sangre, el sistema nervioso se saturaba en información por evitar que todo colapsara.

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