Porque me salva.
Sí.
Escribo porque me salva.
Porque no puedo pensar en vivir un día sin escribir lo que siento.
No puedo imaginar sentir sin poder dejarlo plasmado en algún sitio.
El dolor, el amor, la felicidad, la angustia, el deseo; todo eso es parte de mi y me atraviesa el alma cual rayo entre las nubes... y no.
No podría dejarme atravesar sin redactar.