Solo por una vez

Lo que no entendí antes.

¿Has tenido uno de esos días donde te pones a escuchar música triste?

Siempre me ha parecido patética esa gente. No, no te quise insultar, en realidad yo soy el patético y estúpido en este momento, ahora entiendo por qué la gente lo hace, de hecho, hoy he entendido mucho que antes no quise ver, si me permites, me gustaría contarte lo que una chica especial me enseñó.

Siempre he sido el chico popular, nunca me ha faltado dinero, vivo en la mejor zona de la ciudad, me llamo Elliot y tengo 16 años, tengo la vida que cualquiera de mi edad soñaría; lo sé, lo disfruto y lo presumo. Mi madre se divorció de mi padre hace diez años y me dejó a su cargo, a veces me llama, no es algo que me cause conflicto, de por sí no la conocía. Desde que tengo memoria, siempre estuve en un internado y en clases extracurriculares, no había tiempo para la familia. El año pasado en el internado me expulsaron, porque me salía de la escuela para verme con chicas, ¿Qué querían? Tenía una reputación que mantener, era el mandamás de mi grupo y muchos esperaban que fuera "admirable". Así que a inicio de este año escolar, el dinero que mi padre donaba ya no era suficiente para la escuela, mis continuos escapes, malas calificaciones, peleas y... Alguna que otra falta de respeto, terminaron con la paciencia del director, mi padre furioso me envió a una escuela "menos exigente" con maestros dispuestos a hacerse los ciegos, mientras continuaba según en sus palabras: "desperdiciando mi tiempo".

Estuve triste por dejar a mis lacayos, eran idiotas, pero realmente me agradaban. Entraba a clases todos los días, mientras volvía a construir toda mi reputación de nuevo, no fue difícil conquistar chicas en aquel lugar, las deslumbraba con mi porte y con el dinero que nunca me ha faltado. Realmente no soy un mal estudiante, cuando me aplico puedo ser alumno de 7 o hasta de 8 si no me siento presionado (je, je, je), una vez en clase de química la maestra cansada de oírme cuchichear con mis: "nuevos amigos" me sentó junto a la chica más callada de la clase; se llama Tea, debo admitir que creí que era una de esas niñas nerds super listas, pero no era así, era una estudiante promedio, lo que me decepcionó, porque no obtendría nada de estar junto a ella, aunque se esforzaba mucho en cada clase y en esta no era la excepción, no hablaba mucho, pero estaba bien.

La vida escolar era tan aburrida, pero al no estar más en un internado las cosas eran más divertidas después de clases, me di la gran vida durante este tiempo, desenfreno, chica tras chica. Me quedaba dormido durante las clases y me di cuenta entonces que la tímida Tea no era indiferente a mis encantos y cada vez que notaba que estaba a punto de tener problemas, salía a mi rescate, despertándome o prestándome sus tareas para poder contestar en clase, no decía nada más, no hacia nada más que hacer esos favores, era una chica dulce, para nada mi tipo, sin gracia, era realmente extraño ver lo atenta que era conmigo, mi curiosidad era grande y quise saber la razón verdadera, si estaba tan loquita por mí, era mejor dejar claro que no quería nada con ella antes de que se volviera de esas fans locas que te persiguen hasta el baño.

-Oye...- La tome del brazo antes de que saliera del salón, nuestros compañeros ya no estaban ahí, era fin de semana y ¿Quién quiere perdérselo? Ella se puso blanca como una hoja de papel, me miró con sus grandes ojos sin poder pronunciar ni una palabra, solo entreabrió sus delgados y rosados labios, el inferior le temblaba encantadoramente, me acerqué entonces a ese tierno rostro como ya sabía que a ellas les gustaba, no quería darle alas, pero ¿Cómo resistirme a unos labios tan tiernos? -Gracias por prestarme tus apuntes en clase...- Dije seductoramente.

-No fue nada. - Dijo ella con seguridad alejando su rostro de mí, con una cándida sonrisa tomo sus cosas, me sorprendió, ella parecía tan tímida hace un momento y ahora estaba tan segura de sí, ¿Es qué realmente fue un acto desinteresado?, ¿Solo la asusté y por eso no sabía que decir?