Capítulo 7. El egoísmo

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Finalmente había llegado a su reino, después de un par de días en carruaje, veía ese conocido paisaje, todo parecía tan prospero, su casamiento de verdad había traído tranquilidad a su reino, pero ver por su gente le costó su libertad y para ella era un costo demasiado alto, y sentía que ya no podía seguir pagándolo.

Bajó del carruaje y frente a ella, un palacio siendo renovado, caminó hacia donde la recibieron sus antiguos servidores, y un saludo grave captó su atención, proveniente de unas magnificas escaleras. Su padre, alegre y sorprendido de ver a su única hija de nuevo en su casa, la recibió con un fuerte y cariñoso abrazo. La invitó a pasar a su estudio, para platicar tranquilamente con su hija.

-¿Por qué no has venido con tu esposo?-

-Padre… no puedo seguir con esto…- hablo siendo honesta, era su padre a él podría decirle cualquier cosa, pero sabía que su padre tiene que ver por su pueblo al igual que por su hija

-Sabes que no hay alternativa- la miró, trató de transmitirle el sentimiento de que la entendía –has regresado al reino, te habrás dado cuentan que ha recobrado la vida que antes tenía-

-Lo sé… pero…-

-Esto es lo correcto, no hay alternativa…-. Kagura mordió su labio inferior, callando las palabras que quería decir, "no es justo", se repetía en su cabeza esa frase, una y otra vez. "NO ES JUSTO"

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La fogata estaba encendida y brindaba una luz estupenda, los gitanos bailaban alrededor de esta, contentos, celebraban una época de prosperidad para ellos. Sesshomaru los observaba a una distancia corta, pero sus ojos no tardaron en detenerse en una joven en especial, observaba detenidamente a la gitana, a la cual en el reino todos la conocían por el nombre de La Campanilla.

Después de su encuentro en aquella iglesia, la joven gitana y él, siguieron encontrándose para platicar un poco de sus vidas, llegó a invitarlo a su campamento, esa era la razón por la cual el príncipe se encontraba ahí.

De pronto, la gitana al sentir su mirada dorada en ella, giro en busca de sus ojos, su mirada y su rostro se lleno de una dulce felicidad. Se levantó de su lugar y se dirigió hacia él, le tomó de la mano y lo llevo a mezclarse con su gente. Lo trataron con singular respeto y todos notaron la atracción mutua entre la chica y el platinado.

La música comenzó a sonar más alegre, Kikyô se levantó y comenzó a danzar alrededor de la fogata, todos aplaudían, los niños se unieron al baile de la azabache. El platinado estaba embelesado por las sensaciones buenas que lo tomaban, esa gente era singularmente feliz, simplemente teniendo música y su libertad.

No muy lejos, unos ojos violetas, muy bien ocultos entre las ramas de los arbustos del bosque, miraba detenidamente los gestos de la azabache, descubriendo que tenía un cierto interés en el platinado.

"Una atracción demasiado peligrosa", pensó para sí mismo, su rey había mostrado cierta obsesión ante la gitana blanca, y pensar en que la persona que atrae a la chica es el hermano de este, un conflicto sería la conclusión de tal atracción. Por otro lado, una unión de ese tipo era imposible, Sesshomaru era un príncipe, un noble, y ella era solo una gitana, una chica cualquiera, esa chica solo podría estar con el platinado, si ella aceptará ser la amante de este, de otra manera no podría ser.

Comenzó a alejarse de su escondite, a pesar de que no le gustará crear problemas entre su rey y el hermano de este, no tenía otra opción más que informarle de lo que había visto, después de todo, tarde o temprano lo descubriría.

Llegó al gran castillo, entró en este, siendo recibido por su compañera Kanna, quién siempre con su mirada fría y rostro inexpresivo le acompañó hasta donde su rey bebía molesto por su soledad.

Tocó la gran puerta de madera, no escuchó nada, volvió a golpear la puerta, pero no había respuesta, entonces se atrevió a entrar sin permiso. Vio el sillón colocado frente a la chimenea, inmediatamente su cabeza le dio la idea de que su amo miraba detenidamente las llamas, como últimamente lo hacía.

-Mi Señor, lamento molestarle…- entró despacio al lugar

-La gitana… ¿qué noticias me traes de ella?- su voz era ronca

-La he seguido como me lo ha pedido, la chica se siente atraída por alguien y me temo que no es de mi rey- decidió no darle vueltas al asunto y decirle directamente las cosas

-¿Quién es el maldito que ha captado la atención de la campanilla?- preguntó furioso y lleno de rabia

-Señor, el sujeto es…- vaciló en decir el nombre –su hermano mi señor, el joven Sesshomaru es quien atrae de manera significativa a la gitana-

-Sesshomaru…-. "Lo sabía, pero la confirmación hace que me de más rabia" Sus puños se cerraron, no podía matarlo y quería alejar a Sesshomaru de la chico lo antes posible, el hecho de pensar de que él la ha tocado lo enfermaba de sobremanera y se notaba en sus ojos perdidos en la furia.

Arrojo su copa de vino al suelo.

-Mañana dejaremos todo lo del reino a un lado- dijo decidido

-Mi Señor, no puede…-

-Solo me dedicare a la gitana, ¿¡está claro!?- . Un miedo recorrió el cuerpo de Hakudoshi al ver los ojos de Naraku

-Si, mi señor- hizo una reverencia y salió de la habitación.

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Hola a todos!!! Les traigo una  pequeña continuación. Espero que sea de su agrado.

Agradezco sus comentarios y votos, aprecio mucho el apoyo a mis fics.

Deber, libertad, amor y obsesión (SesshomaruxKikyô)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora