Entre el Cielo y la Tierra

Déjá vú

Mía

«Corre, corre mía» Alguien me grita, «Corre, mía corre»  un dolor en mi pierna derecha no me deja mover, sin embargo logro mover mi mano hasta la zona en la que me duele; y algo espeso y tibio empapa mi mano, lo miro estupefacta y es «Sangre» estoy aturdida, veo todo borroso y mis oídos chillan me preguntó ¿Que está pasando?  Alguien sigue gritando mi nombre sin embargo no logro captar quien es.

— No la toques— sigue gritando la voz que sigo sin reconocer, sin embargo deduzco que es masculina.

—Ya me tienes, haré lo que me digas solo déjala ir— insiste la misma voz, pero ¿Aquíen le habla?

Hago el esfuerzo de levantarme, pero es tanto el dolor en mi pierna que sin notarlo ya estoy de cara en el piso, así que me las arreglo para girarme, y lo que veo me deja aún más aturdida, mi pecho se acelera, mi respiración se agota, mis ojos se empañan ¿Acaso él es?

—Mía corre— me grita con desespero él bañado en sangre y encadenado.

Pero estoy tan aturdida viendo la figura femenina que viene hacia mi, que sigo inmóvil en el piso, sin lograr reconocer que es lo que está pasando.

—Mía, corre por favor, huye lejos y busca a...— El impacto de un golpe en su rostro hace que caiga de cara al piso escupiendo sangre.

Y es todo lo que necesito para levantarme y correr con la poca fuerza que tengo, pero siento que alguien viene de tras de mi, alguien que no me dejara salir, alguien que

—Mía, ahórrate los problemas y únete a mi de una vez por todas— Su voz es escalofriante, tanto como una ráfaga de viento que invade mi cuerpo, llenandola de sensaciones horribles.

¿Quien es y porque sabe mi nombre? Me giro lentamente para saber de una vez por todas quien me habla y es como si el negro de sus ojos me consumiera y

—Que estúpida eres— dice antes de que la figura fémina se encamine hacia mi retorciéndose como si no tuviera ni un hueso en su cuerpo.

«Tendrás confianza, porque hay esperanza; Mirarás alrededor, y dormirás seguro.» Alguien hablo en mi mente esas palabras, pero ya la figura fémina estaba frente de mi y

—Créeme— me dice con una voz aún más escalofriante y mis ojos se empañan —Aqui nadie está seguro— termina y me muestra sus dientes afilados y largos para

Despierto sudada y agitada en mi cama, ¿Que fue todo eso? Solo fue una pesadilla, creo que ya no volveré a comer hasta tan tarde.

—Mía, llegarás tarde al instituto levántate ya si no quieres que entre por ti— grita al otro lado de la puerta mi mejor amigo Lucas.

—Dame un segundo, ok?— digo para tranquilizarlo.

—Tus segundo son más 30 minutos y es tiempo que no tenemos, así que mueve tu lindo trasero ahora mismo mía— me grita de regreso.

Que fastidio, a veces solo me preguntó porque no darnos más tiempo de vacaciones me levanto, me doy una ducha en menos de cinco minutos, me cepillo y peino, hoy optare por llevar mi cabello en un moño alto algo despeinado, me meto en el uniforme del instituto que se basa en una falda roja vino un tanto arriba de las rodillas y una camisa de color blanca ceñida al cuerpo con una chaqueta de lana de color vino con el logo del instituto en la parte derecha del pecho, me miró un par de minutos en el espejo de mi tocador, mirando el color azul de mis ojos, es algo que heredé de mi madre y el solo hecho de recordarla hace que mis ojos se empañen; Mi madre fue una muy reconocida Psicóloga, admiraba su trabajo y el hecho de que ayudará a otros a enfrentar los problemas que se presentaban en su vidas, lograba que ya lo viera como mi héroe, sin embargo una tarde el 16 de septiembre del 2018 falleció, o más bien, «Se suicidó» la encontramos en su cuarto con cortaduras en la muñeca y convulsionando por todas las pastillas que había ingerido para acabar con su vida, el hecho de que ella ayudar a los demás con problemas como, la depresión, la soledad, la falta de atención y los ataques suicidas y nadie pudo ayudarla a ella a salir en el estado en el que se encontraba, tenía una máscara y fingía estar bien cuando no era así.