Capítulo 1

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Aquel día, como cualquier otro, me levanté sin ganas de nada. No me apetecía comer, ni hablar con nadie, nada de nada. Mi vida estaba sufriendo un declive increíble, y cada día que pasaba era peor.

Nunca me ha sido fácil relacionarme, pero tenía personas a las que llamar amigos: Ana, la mejor amiga del mundo entero, y la causa por la que seguía sonriendo de vez en cuando, Sebastián, mi primo, el cual siempre me apoyaba en todo y al que quería más que a nada en el mundo, y por último una persona a la que había conocido recientemente, pero con la que había congeniado.

Su nombre era Julieta, y era la dueña de una pequeña pizzería que se encontraba al final de mi calle. Como iba allí todos los días congeniamos e hicimos muy buenas migas.

En cuanto a familia, solo podía pensar en Sebastián, porque el resto de ella me daba asco. Mis padres siempre han sido una familia muy conservadora y no les gustaban mucho los cambios. En ese tema su hijo no les debió de hacer mucha gracia (no le gusta el futbol, ni la musica de "machos", ni nada que cualquier " hombre" hiciese).

En fin, que mi vida era horrible debido a dos causas: mi constante acoso en el instituto, que, para un chico de 17 puede ser algo serio, pero que nadie intentaba solucionar, y el otro era el ya aclarado antes descontento de mis padres con su hijo.

Esta última razón no me importaba tanto al principio, pero despues del acoso en el instituto, de los golpes, moratones y heridas, el llegar a casa y que tus padres ni te preguntasen que te pasa me afectaba mucho.

Tras haber pasado parte del día encerrado en mi habitación lamentandome de todo recibí un mensaje de Ana, el cual decía:

"Salgamos esta noche, será divertido".

Normalmente hubiese contestado que no me apetecía, pero ese día me veía con más animos que cualquier otro y le contesté:

"De acuerdo, en mi casa a las 21:30"

Tras recibir su confirmación, me di una ducha, me vestí de una forma elegante pero informal, y salí de mi casa.

Cuando cerré la puerta de casa allí estaba Ana, con un vestido precioso, y su pelo liso, dejando caer su preciosa melena castaña y dejando sus ojos relucir. La cogí del brazo y nos encaminamos a la discoteca mas cercana que nos encontramos.

Nadie podría haber sabido que en aquella discoteca me encontraría con él...

Raúl y JulioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora