Me llamo Rigel. Soy una persona a la que consideran pobre, pero yo no me veo pobre, pues tengo lo que necesito: felicidad. Vivo en una estación de tren y, aunque es un sitio frío, me siento cómodo, pues nadie me quita la sonrisa de la cara cuando pasa un tren.
Siempre he esperado a que mi tren se pare, pero, tras varios años en la estación, me he dado cuenta de que no he de esperar mi tren, sino que tengo que esforzarme en encontrarlo, y así fue como descubrí que no era tan fácil, pero después de varios mese de búsqueda, lo encontré.
Fue un día muy especial para mi, pues siempre había visto a los trenes pasar, pero nunca había tenido el valor suficiente como para subirme en uno. La experiencia fue única, pues nunca había visto un tren tan grande ni tan bello ya que todos los trenes en los que se subían la gran mayoría de personas eran grises y tristes. Sólo por eso supe que era el mío, porque estaba lleno de color y de sentimientos que todavía no había podido explorar.
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El tren de los sentimientos.
AdventureEn este microrrelato, ganador del primer premio del concurso de microrrelatos de la ESO del instituto Mariano Baquero Goyanes, podréis apreciar una pequeña historia basada en una metáfora de Rigel, un joven niño que, a pesar de no tener dinero encue...