Selena ha estado gritando en mi oído durante la ultima media hora y mis nervios están tan agotados por lo que estamos presenciando que apenas soy capaz de oír algo. Solo mi corazón. Latiendo como loco en mi cabeza mientras los dos peleadores están en el ring embistiéndose uno contra otro, ambos hombres iguales en altura y peso, ambos extremadamente musculosos mientras atacan la cara del oponente.
Cada vez que uno de ellos aterriza un golpe, gritos y aplausos estallan en el lugar, el cual esta lleno de gente con al menos trescientos espectadores, todos sedientos de sangre.
La peor parte de todo es que puedo escuchar el espantoso sonido de los huesos craqueando contra la carne, y los vellos de mis brazos se erizan del miedo. En cualquier momento espero que uno de ellos caiga y nunca, nunca, se levante de nuevo.
-¡Taylor! -grita Selena, mi mejor amiga, y me abraza-. Parece que estas a punto de vomitar, ¡no estas hecha para esto!
En serio, voy a matarla.
Tan pronto como aparte los ojos de estos hombres y me asegure de que sigan respirando cuando termine la segunda ronda, voy a matar sin piedad a mi mejor amiga. Y luego a mi misma por acceder a venir.
Pero mi pobre y querida Selena tiene una nueva obsesión. Así que cuando se entero de que el objeto de sus fantasías nocturnas estaría en la ciudad participando en este <<privado>> y muy <<peligroso>> club clandestino de lucha, me rogo venir con ella y verla. Es difícil decirle que no a Selena. Es efusiva e insistente, y ahora esta saltando de alegría.