Capítulo Único.

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Lo había intentado.

Juvia realmente lo había intentado. Siempre paciente, siempre vigilante, esperando que su Gray-sama por fin aceptase sus sentimientos, manteniendo su esperanza intacta y sus sentimientos aumentando día a día.

Porque sabía que el mago de hielo le correspondería.

Necesitaba creer eso.

Necesitaba creer que el mago la amaba tanto como ella a él. Que si la rechazaba era por miedo o por vergüenza. Quería creerlo a pesar de que esas excusas ya ni ella podía tragárselas.

Porque sabía que si no lo hacía su corazón no lo soportaría.

Un corazón que el mundo había roto a causa del rechazo.

Un corazón que su Gray-sama reparó cuando le mostró el cielo azul.

Un corazón que se había acostumbrado tanto a la felicidad que no sería capaz de recibir otro golpe.

Pero la vida es cruel.

Y Juvia eso lo corroboró cuando Gray anunció su relación con Ultear frente a todo el Gremio.

La peliazul sonrió y les deseó lo mejor, pero por dentro no hacía más que quebrarse sintiendo como los trozos de su fragmentada alma caían como si fuesen gotas de lluvia en su interior.

Ya no tenía más excusas.

Ya no podía engañarse.

El mundo le había mostrado la verdad de una manera tan contundente que no había manera de ignorar lo que su mente ya sabía pero se negó a aceptar.

Que Gray nunca la amaría de la misma forma que ella a él.

Y su corazón, ese corazón, ese corazón tan puro e inocente como el de un niño volvió a sentir el doloroso rechazo que tanto lo había lastimado en su vida.

Dolía.

Dolía tanto saber que nunca sería correspondida.

Pero lo que más dolía era perder el foco de su vida, su meta, su objetivo.

Porque Juvia vivía por y para Gray y ahora que sabía que lo había perdido se sentía tan aturdida y a la deriva que era aterrador. Pero una cosa tenía la peliazul muy clara.

Debía irse.

Debía alejarse de Gray, del Gremio y de su vida.

Al menos mientras sus sentimientos siguieran latiendo en su maltrecho corazón.

Así que tomó sus maletas, le pidió a Mirajane una misión larga y se fue hacia lo desconocido, siendo el único testigo de su partida un Dragon Slayer de Hierro que ella consideraba como su hermano. Una decisión algo egoísta, pero necesaria puesto que si los demás se enteraban de su decisión querrían detenerla y ella terminaría por cambiar de opinión haciendo las cosas aún mas difíciles tanto para ella como para Gray.

Y lo último que ella deseaba era empañar la felicidad del mago de hielo.

Aunque esa felicidad no fuese con ella.

Y mientras el tren la llevaba hacia su destino Juvia se permitió llorar, se permitió sacar ese dolor tan grande que no había expresado para no preocupar a nadie, y junto a sus lágrimas dejó que los sentimientos que había guardado bajo llave en su pecho se fueran diluyendo en la marea turbulenta de sus emociones.

Al final se rindió.

Lo dejó ir.







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