El primer relato que escuché de mi madre no fue un cuento de hadas o de princesas, fue la historia de mi familia, esa que explica de dónde venimos y porqué somos lo que somos. Siempre odié ser esto, pero lo hice aún más después de oír mi origen, me enfermaba la idea de tener que herir a alguien para continuar con mi legado y todavía se me revuelve el estómago cuando lo pienso. Con el tiempo me acostumbré, pero nunca estuve conforme, muchas veces quise renunciar a todo y todos a pesar de que los quiero como a nada en este o en cualquier otro mundo.
Esas historias, no solo me enseñaron a sentir respeto y miedo por Larath, también me hicieron comprender que al igual que ella yo era única para mi linaje, por lo que continuamente me repetía qué era lo que no debía hacer. Tal vez si hubiera prestado más atención a lo que estaba haciendo ahora no estaría en esta situación, quizás estaría sentada en mi cuarto viendo una película o en una fiesta con mis amigos.
Me dijeron que no confiara en ellos, que son peligrosos y que me lastimarían a la primera oportunidad, pero no es justo lo que le hice a esta persona, probablemente tiene una familia que lo espera en casa. Verlo en el suelo inmóvil con la mirada perdida me hace pensar lo peor, el charco de sangre que se abre paso alrededor de su cuerpo me dice a gritos algo que no quiero oír.
—¿Qué le hice? ¿Por qué? —susurro, mientras me agarro el cabello. Soy consciente de la mirada que me dirigen sus ojos azules, veo su expresión de preocupación por mi estado.
Siento el fuerte sabor a hierro en mi boca, y odio que me guste, odio querer más.
Él se acerca para consolarme, pero me alejo; no quiero que me toque, me siento sucia, nunca me voy a perdonar esto.
Él intenta tocarme de nuevo.
—No —digo rápidamente mientras doy un paso hacia atrás.
—No hagas esto Leah, no te alejes. —Escucho su gruesa voz con recelo, entiendo que no lo hace con mala intención pero en este momento mi cerebro lo culpa también. —Sé cómo te sientes, yo pasé por algo similar y sé que te puedo ayudar —Lo intento, sé que intenta calmarme, pero no puedo asimilar ninguna de sus palabras. Por su voz sé que está tan alterado como lo estoy yo, ambos sabemos perfectamente que esto no debió pasar.
Hoy me convertí en un monstruo.
—Leah, por favor... Respira. Esto no es tu culpa, si no nos hubieras defendido lo habría hecho yo y él estaría muerto de todos modos —Mis agudizados oídos no dan crédito a lo que acaban de escuchar.
—¡¿Está muerto?! —le pregunto sin terminar de entender lo que está sucediendo.
Me vuelvo a perder en mis pensamientos, siento como se me nubla la vista mientras las lágrimas bajan por mis mejillas. No era mi derecho quitarle la vida por lo que es o bueno, lo que era. Debí controlarme y no dejarme llevar por la ira.
Ya no puedo respirar, y ya no sé si simplemente estoy nerviosa o me estoy convirtiendo en eso que siempre evité ser. Con el tiempo dejo de sentir las piernas, lo último que veo antes de caer es a él corriendo hacia mi.
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Sedienta de ti
VampirePara Leah guardar secretos nunca ha sido algo difícil, después de todo siempre ha tenido que mantener oculta una parte de ella misma y está segura de que así tendrá que ser por el resto de su vida. Lo que no sabe es que con la llegada de Seth se ver...