Aldea del Oeste

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La aldea del oeste se apreciaba desde el horizonte, Inuyasha esbozo una sonrisa al saber que habían llegado a tiempo mientras el kitsune se aferraba fuertemente a su haori como si su vida dependiera de ello.

-Descuida Shippo, no permitiré que te lastimen – hablo Inuyasha mientras apresuraba el paso a la aldea.

Una vez en el sitio pudieron examinarla un poco, el lugar era amplio, pacífico y hermoso, sus tierras dejaban ver cuán fértiles eran y los aldeanos sonreían, vivían en paz; sin embargo, debían ser avisados del peligro que los acechaba así que el monje tomo cartas en el asunto acercándose a una aglomeración de personas donde quizá había una especie de acto ¿diversión? Se preguntó mentalmente.

En efecto, un grupo de 4 personas acróbatas ocupaban toda la atención del lugar y era una oportunidad perfecta para advertirles del peligro que se avecinaba así que espero no tan pacientemente a que el show terminara.

-Orejas de perro – susurraba un niño tímido, pero con ojos brillosos jalando parte del hakama rojo del hanyou alertando a inuyasha quien suavizo la mirada al notar que era un pequeño

-Hola pequeño, ¿Dónde están tus padres? – interrogo maternalmente Kagome inclinándose a la altura del pequeño, sin embargo, el no respondió, solo pudo mirarla expectante por lo que la pelinegra intuía que estaba perdido

Pocos minutos más tarde 2 hombres con ropas de mucho más clase y estatus se acercaron a Kagome quien sostenía al pequeño, inuyasha en protección se interpuso entre los soldados y la sacerdotisa; Sango, Miroku y Shippo se unieron al poco tiempo sin crear un escándalo mayor.

-Le pedimos por favor nos regrese al pequeño, estábamos buscándolo, es hijo del señor de esta aldea – notifico un soldado.

-Podemos regresarle al niño si nos permiten acompañarlos hasta la casa de su señoría, necesitamos advertirle de un gran peligro que acecha el pueblo – Explico Miroku sacando provecho a la oportunidad, los soldados dudaron un poco, pero terminaron aceptando y el monje sonrió de satisfacción

-Keh – bufo Inuyasha – No se te escapa ningún momento Miroku – sonrió el hanyou, llevando ahora su atención a Kagome y al niño perdido.

El pequeño se revolvió en los brazos de Kagome y salto de alegría al ver a su madre salir de las puertas del palacio, el abrazo fue emotivo y largo, la madre del niño lloraba de felicidad y rato después reprendió al pequeño

-Katsu, sabes que no puedes salir del palacio, aun eres un niño y puedes perderte con facilidad, - regañaba acariciando su melena castaña y salvaje – cuando quieras salir dímelo y te llevare a donde quieras – sonrió la madre – muchas gracias por traerlo de vuelta ¿ustedes son...?

-Su majestad nos presentamos, soy Miroku – hizo unas cortes reverencia sintiendo toda la tensión de sango a sus espaldas si se pasaba de la raya – ellos son mis amigos, somos exterminadores de demonios – presento a sus amigos obviando el hecho de tener semidemonio en el equipo, eso los asustaría, aunque ocultar a inuyasha era algo casi imposible.

-Es un gusto tenerlos en la aldea, por favor permítanme mostrar mi agradecimiento invitándolos a pasar la noche en el palacio, mi nombre es Kiara

-Señorita Kiara gracias por su hospitalidad, pero no tenemos demasiado tiempo, hemos sido alertados de un demonio que planea atacar la aldea – Explico Miroku casi a contrarreloj, la noche empezaba y la mujer empezó a mostrar un rostro de terror – No se asuste su señoría, los vamos a proteger, para eso estamos en la aldea.

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