¿En qué he fallado? ¿Hice algo incorrecto? Supongo que sí, ya que el cartucho ha decidido mi destino. Pero entonces, ¿no debería estar muerto? Todo es muy confuso. Mientras intento levantarme, veo cómo mi compañera de mucho tiempo se da cuenta de que sigo vivo y regresa rápidamente hacia mí.
Supongo que va a terminar lo que empezó, aunque también debe estar preguntándose por qué sigo respirando. Escucho sus pasos acercarse; los demás ni siquiera notan su ausencia ni que yo aún estoy aquí.
—¿No estás muerto? ¿Cómo es posible? —pregunta mi compañera, con los ojos muy abiertos y sin parpadear.
—¿Qué harás conmigo? —le pregunto mientras intento reincorporarme.
—Deberías haber muerto sin problemas —me responde, mientras se transforma en una de esas criaturas de las que hemos estado huyendo desde que tengo memoria.
Supongo que este es mi fin. Adiós.
