Capítulo V

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Betty estaba tan cansanda que se quedó dormida así como estaba, mirando al teléfono y no se dio cuenta que por primera vez en meses, le ganaba el sueño sin pensar en don Armando.
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La siguiente noche se volvió a sorprender al recibir la llamada de Daniel. Tener conversaciones casi ¿agradables? con el doctor Valencia no era algo a lo que betty creyera poder acostumbrarse. Lo de casi es por que Daniel seguía siendo Daniel así que sus llamadas siempre incluían algún insulto escondido por aquí y por allá. Betty siempre había sabido defenderse contra sus palabras y ahora que ya no era su subordinada se sentía cada vez más segura de contestarle con el mismo veneno.

Las conversaciones se hacían largas. Tenían mucho trabajo por hacer, pero también terminaban hablando por ejemplo de literatura. Invariablemente había alguna discusión, no de números ni proyecciones sino de los méritos de perderse en un libro de ficción contra la lógica de leer sobre historia o si era mejor el cine francés o el italiano. No parecían ponerse deacuerdo en ningún tema que no fuera profesional y era ahí cuando Daniel parecía empeñarse en sacarla de quicio.

El no lo admitiría, pero cada vez se le dificultaba encontrar insultos para atacarla, aunque no por eso dejaba de intentarlo. Ella no se imaginaba las intenciones de Daniel pero si notaba el cambio en su tono. De pronto sintió que el ya no intentaba herirla como lo había hecho desde el día en que lo conoció. A veces podía escuchar una pequeña risa juguetona con cada palabra, risa que se hacía mas notoria cuando era ella la que soltaba las palabras. Beatriz no se atrevería a decirselo a nadie pero cada vez le daba más curiosidad llegar a verlo reír. Claro, ya lo había visto sonreir sarcásticamente pero ¿cómo se veía esa sonrisa que al teléfono sonaba tan honesta?

Y así seguía el presionandola. Ella no sabía por que y el no confesaría a nadie el placer que le provocaba ser testigo del cambio por el que estaba pasando Beatriz. El sabía que ya no se veía igual sin tener que posar sus ojos en ella. Era en cambio su voz, cada vez más fuerte y más segura la pista más grande que el podía tener.

Y no era tonto. En el fondo sabía que no le convenía. Ecomoda seguía en sus manos y la Betty que iba a volver, pronto, muy pronto, ya no tenía nada de aquella niña que había llegado a Ecomoda hace poco más de un año. Cualquiera estaría temeroso de ella, pero a el le podía más el orgullo de saber que el tenía algo que ver en la creación de esta nueva mujer.

Llegado al fin el día de la coronación Daniel se dirigió a Ecomoda a reunirse con la junta directiva y asegurarse que los ánimos estuvieran tranquilos pues ya tenía suficiente de que preocuparse con su viaje a Cartagena y el negocio que pudiera lograr.

Ese día decidió llegar un poco más temprano y se dirigió a la oficina de Marcela. Hace tiempo que no hablaban así que después de ofrecerle un dulce se sentó frente a ella y fue directo al grano.

"Como estás Marcela? No hemos hablado desde la cancelación del matrimonio".

El tema inmediatamente borró la sonrisa que ver a su hermano había puesto en su rostro. "Ay, Daniel, ¿para que quieres hablar de eso? ¿no era eso justo lo que querías? ¿que cancelara mi matrimonio?".

"No lo niego, pero de todas formas me imagino que no ha sido fácil para ti. Eres mi hermana y siempre te voy a apoyar".

Marcela lo miró por un momento en silencio. Sabía que tal vez sería un error contarle, pero no pudo mas. "Armando está ahora mismo en mi apartamento. Lo dejé con una maleta. El tendrá que decidir si se queda o se va".

"¿Es en serio? ¿Le diste a elegir? Marcela por favor! ¿Cómo puedes si quiera pensar en perdonarlo después de todo lo que hizo?!"

"Ves Daniel?, por eso no te puedo contar nada."

ConvéncemeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora