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Los rayos del sol iluminaron la habitación de Jaemin. Fue inevitable que sus ojos no se abrieran debido a ello, y aunque fue un tanto molesto la interrupción a su sueño, una leve sonrisa se coló en su boca al mirar el rejado rostro de su esposo que se encontraba profundamente dormido. Con tan solo mirarlo un poco la alegría invadió su ser, así que se puso la bata de seda para cubrir su cuerpo del frío y fue rumbo a la cocina para preparar el desayuno.

Él y Jeno habían decidido dar ese paso que muchos evitaban: el matrimonio.

Tan solo tenían juntos 5 años, así que eran relativamente un matrimonio bastante joven. El recuerdo de las tantas advertencias que sus conocidos les hicieron cuando anunciaron su compromiso aún hacia reír a Jaemin. Inclusive hubieron tantos que apostaron a que no durarían siquiera el año de casados, pero Dios, Jaemin se seguía sintiendo tan jodidamente enamorado de Jeno que no podía verse en una realidad en donde no estuvieran juntos. 

Bajó a la cocina pensando en que sería bueno para desayunar. Abrió el refrigerador y lo primero que vio fue huevos y tocino. 

Jaemin apenas tenía 26, mientras que Jeno 34, aunque este último aparentaba menos.

Puso un poco de agua en una tetera, y mientras esta se calentaba comenzó cortando el tocino en cuadritos y luego lo vertió sobre el huevo. También pico algo de fruta y calentó pan en el horno.

La verdad el cocinar era algo que se le daba bien, e incluso le gustaba, pero ser tan detallista en las cosas le fallaba, por ejemplo, a Jeno le encantaba que la mesa luciera limpia y elegante siempre que comían. Y aunque realmente no le gustara lo hacía cada día sin falta, si para Jeno eso era importante también lo era para él, sin importar que tan exagerado o extravagante encontrara el asunto.

Trató de preparar la mesa lo mejor posible. Los cubiertos bien alineados sobre una servilleta de seda color celeste, un par de copas para beber agua, el recipiente de pan y de fruta finamente picada al centro. Y como parte de la bonita decoración colocó el florero de unos nardos recién regados, esto último si que le encantaba a Jaemin, pues su delicioso aroma le recordaba a su ya fallecida abuela. 

Con las tazas de té en mano gritó a Jeno para que tuvieran oportunidad de desayunar juntos, pues sus estudios y el trabajo de Jeno a veces hacían imposible tener encuentros en la mesa. 

Jeno hizo su entrada en la cocina ya bañado y listo para salir al trabajo. Esta mañana se decidió por ese traje tipo ejecutivo crema que tanto amaba Jaemin, y sin poder controlarse, dejó cuidadosamente las tazas en la mesa para evitar quemar a cualquiera de las dos para después lanzarse a los brazos de Jeno.

Jeno lo tomó con fuerza hasta que las piernas del otro no sentían el piso. Jaemin río coquetamente, y con intención de llevar las cosas a donde quería, dejo leves besitos por todo el cuello y rostro de Jeno.

-Hm, esto si que es un buen recibimiento. Buenos días cariño, ¿cómo amaneciste?

-Estaba bien, pero ahora estoy muy caliente, ¿qué tal si me ayudas un poco amor?

-Eso me encantaría pero ya es tarde para ambos.- Jaemin no quería terminar y con un leve movimiento introdujo su mano bajo la camiseta de Jeno. Soltó un jadeo de la satisfacción que le produjo tener contacto con la piel desnuda de su pareja.

Realmente no quería terminar, pero sabía perfectamente que si no lo hacía llegarían tarde. 

-Habló enserio Jae.

-Solo un poco más. Bésame un poco más.

-Sabes que si lo hago no saldremos de casa en todo el día.

"Las vueltas de la vida"-NOMINDonde viven las historias. Descúbrelo ahora