「 One 」

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Lalisa llegó a casa tras una larga jornada.

Cerró sus ojos con fuerza y se apoyó inmediatamente en la puerta tras cerrarla, intentando mantener la calma y conseguir esa paz que se la ha sido arrebatada desde muy temprano, pero había algo en ese día que no parecía querer regresar y era aquello que buscaba.

Se sentía cansada, triste y sola.

Y con la ultima conversación que tuvo con Roseanne, no sabía en que mantener su mente ocupada.

Sus ojos llorosos agradecieron tener la excusa de que las luces de las cámaras eran tan fuertes como para hacer que estuvieran así y no por la pesadez de no poder arreglar las cosas con su chica, mucho menos por no tener a alguien a quien decirle sus malestares, por no tener la oportunidad de correr a su único lugar seguro.

Estar ante el ojo público dejó de ser un sueño para pasar a ser una tortura tanto mental como física, donde el miedo parecía ir siempre a su lado, ya sea en gran o pequeña medida, pero estaba allí.

Ser un icono mundial empezaba a ser aquél bosque escombroso que tanto había evitado pasar, pero cada día que transcurría, era un paso más en el que se adentraba.

La tailandesa ya no dormía aunque su cuerpo quería descansar, pues el insomnio se había instalado en ella desde hace meses gracias a las miles de preguntas que su cabeza formulaba.

¿Cómo podía ser feliz si nadie era capaz de ver tras sus ojos?

¿Cómo sería capaz de sentir si debe mantenerse sonriente ante una cámara?

¿Cómo podría cargar con los comentarios de las personas si dice que está locamente enamorada de una chica, que además, también era famosa?

No quería quedar como un monstruo, como alguien falso o de malas intenciones, porque a pesar de todo, aquello no sería más que una vil mentira. Porque Lalisa siempre hizo todo con esfuerzo, con la esperanza de cumplir el sueño que su niña pequeña estaba decidida a cumplir.

Pero una cosa tras otra parecía estar yendo demasiado lejos y no sabía como manejarlo.

Cada vez que iba algún show, repitiendo sin cesar lo maravilloso que sería estar en el mismo lugar que ella, sólo pensaba en lo equivocados que estaban y que hay incontables pruebas del porqué su pensamiento no es más que para aparentar.

Tenía miedo de quedar como la mala de la historia, pero a su vez, se estaba haciendo más intolerante a ese tipo de ambiente.

Quería conseguir una forma de salir de allí, sin caer en el gran pozo que estaba al borde de sus pies.

Sacó su teléfono de su abrigo, marcando el número de la rubia, deseando que estuviera en casa y así poder hablar tranquilamente.

El primer intento no funcionó.

Sus pies se dirigieron al gran sofá que se situaba en su sala, dejando sobre este su cartera y algunas bolsas con comida que había comprado.

Volvió a marcar, manteniendo su cabeza gacha.

Por favor, responde.

Tras tres tonos más, trancó.

Tomó un gran respiro y sintió como sus ojos se humedecían.

Sentía rabia de no poder aguantar las lágrimas, de sentirse tan vulnerable aún cuando nadie iba a ser capaz de verla.

Roseanne desde un principio había sido quien ha estado para ella sin importar en que situación se encontraba, con el pasar del tiempo, la amistad más hermosa que pudo haber tenido en su vida, se estaba transformando en aquel amor que era difícil de conseguir.

| Pose - ChaeLisa |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora