Capitulo 1: Prologo

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"Eres un omega ignorante e inútil. ¡Cómo pude tener un hijo como tú! ¡Deshonra!. ¡No solo eres un omega sino que también ¿¡te quedaste embarazado!?"

"¡Pero madre, alguien me tendió una trampa, para que me jodan!"

En el suelo había un hombre guapo. Sus ojos eran azul océano con un tinte verde. De rocío fresco brillando a la luz del sol sobre una hoja de esmeralda verde. Sus labios eran pálidos y delgados y su nariz delgada y redondeada.

Una mandíbula prominente se curvó graciosamente alrededor y la fuerza de su cuello se mostró en los entrelazados cordones de músculos que daban forma a todo su cuerpo; brazos fuertes, muslos y pantorrillas atrevidos, pecho y abdomen tonificados. Todas estas características que parecían alfa, pero no lo eran.

Oh, como deseaba ser uno

Todo el dolor de corazón

Dolor

Tristeza

El dolor que le trajo ese genero, omega.

Su familia lo rechazó y nunca reveló al mundo que tenían un hijo omega.

Sollozaba en su pecho sin cesar, con las manos aferradas a su chaqueta. Silenciosamente, las lágrimas en forma de perla rodando por sus mejillas desde amplios ojos luminosos.

Se negó a apartar la mirada, incluso cuando sus labios temblaron y sus hombros se agitaron por la emoción, sin querer retroceder.

Sus pestañas oscuras rebosaban de lágrimas; sus manos se cerraron en puños temblorosos, en una batalla desesperada contra el dolor.

Una lágrima solitaria recorrió su mejilla.

Lloró, las lágrimas brotaban de sus profundos ojos azules, fuertes y agitados sollozos salían de su garganta, y aún así no apartó la mirada.

No fue hasta que los sollozos lo hicieron caer de rodillas que su mirada decidida dijo,  "¡Fuera! Ya no eres mi hijo. Dejaré tu apellido fuera del registro. Vete, no quiero volver a ver tu cara aquí nunca más. Abortaras a ese niño por lo que no me importa".

La vil mujer escupió, escupiendo de sus labios manchados con abundantes cantidades de lápiz de labios. Lanzó unos míseros 500 dólares para su hijo, que a su debido tiempo iba a tener un hijo recién nacido.


Sus ojos azul oscuro parecían como si un océano hubiera sido encerrado dentro de pequeñascanicas de cristal. "Por favor, no hagas esto...", dijo.


Entonces las esferas lisas parecieron agrietarse; el océano había empezado a filtrarse,pequeñas gotas de agua caían por sus mejillas sonrosadas. 


"¡Guardias, echen a este animal inmundo!!"

El hombre, ahora quebrado, permitió que lo arrastraran, ahora sólo lloraba condesesperanza. Los guardias lo echaron y le dieron una maleta con sus pertenencias queno eran muchas. El hombre se sentó en el suelo, con los ojos apagados. Se miraba el estómagodonde se veía un pequeño bulto.


Se acarició el estómago con cariño. "No dejaré que nadie te haga daño mi dulce bebe". Se levantó del suelo quitándose el polvo de los pantalones y cogió su maleta. Lo que tenía que hacer... Lo primero que tenía que hacer era encontrar un trabajo bien remunerado, ya que al estar en la última etapa del de embarazo no podría trabajar.

No iba a ser fácil pero todo era por su hijo, para que no tuviera que sufrir como él.

El sonido de las ruedas contra el áspero camino empedrado se podía escuchar hasta que el chico se alejó.


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"¡Vamos! ¡Un gran empujón más! Ya puedo ver la cabeza del niño".

"¡Nn-ugh!"

Con cada contracción llegaba un dolor que dominaba todo el ser de Li. En esos momentos, durante esos segundos que se alargaban hasta lo innato, no había nada más.

Podía oír los gritos de otras habitaciones, pero no emitía ningún sonido.

Cuando el dolor pasó fue sólo por un minuto o algo así y respiró cerrando los ojos, sin querer volvió a comprometerse con la vida fuera de su propio cuerpo. La habitación podría bien haber estado vacía de todas las personas, pero cuando le hablaron y tocaron, ganaron su atención lo cual resultaba muy difícil.

Para responder tenía que salir de lo más profundo de su mente y arrastrarse hacia adelante, usar su voz, abrir los ojos. Con un quejido lo hizo y le dijeron que se detuviera, una más era suficiente. Sintió la cabeza del bebé, el estiramiento caliente de el y contuvo la respiración. 

Sin más esfuerzo, el bebé se deslizó en las manos de la comadrona. Hubo euforia, un niño por fin, y en segundos estaba allí, con los ojos nacientes abriéndose, la boca buscando leche.

Después, cuando nació su hijo, fue como si sólo existiera la luz del sol en el mundo, como si toda la tierra entrara en armonía. Miró a esos nuevos ojos, una nueva existencia, perfecta y que buscaba su amor. En ese instante supo que haría cualquier cosa para proteger a su hijo, que su amor era tan vasto como el universo pero sólido como la roca. 

Era una madre y siempre lo sería.

A través de su cansancio sonríe, toma al bebé que está siendo traído a él con su piel desnuda. En ese momento comienza a llorar las lágrimas más dulces que borran todo el dolor de los momentos anteriores.

Diminutos dedos se enroscan alrededor de su dedo meñique. Li observa cómo el recién nacido mira con sus ojos nuevos a lo que debe ser un mundo tan extraño después de la vida en el útero. Sus piernas patean en un pequeño movimiento irregular, buscando esa resistencia a la que están acostumbrados, pero... pero no encuentran más que aire. Se gira para mirar a su madre.

"Tu nombre, cariño, será Jie Jian, significa una prominente y exitosa persona".

El niño soltó una risita alegre como respuesta.

Una sonrisa en la cara del niño.


El CEO es un omegaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora