El sonido de la campana se oyó resonante en toda la escuela, el ultimo día de clases llegaba a su fin y consigo la semana de exámenes finales. Describir a los estudiantes en aquel entonces era muy difícil. La felicidad y el alivio se plasmaban con evidencia en sus rostros juveniles.
Bueno, en la mayoría.
De entre todos ellos uno resultaba ser muy particular, uno que forzaba una sonrisa para guardar las apariencias pero que en el fondo moría a cada sonido marcado del reloj.
Cuando la formación terminó los alumnos festejaron a lo grande entre risas y platicas, lo común. El supervisor auxiliar pasaba de fila en fila entregando las libretas de control a sus respectivos dueños. Siendo turno del joven este extendió la mano para recibir su pertenencia, pero nunca llegó. Un sonido seco se escuchó en esa pequeña parte del patio. Un tercer estudiante se había apoderado de su cuaderno con la única intención de tirarlo al suelo. Como si fuera lo más gracioso del mundo huyó entre risas. Las personas, lejos de apiadarse de su situación solo cruzaron indiferentes pisoteando adrede la propiedad de Camda. Por más que tratara de recogerla era inútil, no le quedó de otra más que esperar.
Cuando el cielo oscureció en su totalidad y ya nadie estaba presente, se tomó la molestia de recoger su pequeño cuaderno. En sus manos se dignó a limpiarlo. No había necesidad de seguir estando allí por lo que después de acomodar sus cosas solo miró una última vez el lugar antes de marcharse. La lluvia empezaba, tenia que darse prisa.
Las calles eran tranquilas, de vez en cuando pasaba uno que otro auto y esa era la única muestra de vida en su senda solitaria. Ni siquiera recordaba cuando fue la última vez que podía estar tan tranquilo, generalmente le esperaban insultos y burlas al salir ¿Sería un privilegio antes de las vacaciones? Bueno, merecía el descanso después de otro año de maltrato.
A su mente venían recuerdos de los buenos y malos momentos que pasó durante todo su ciclo escolar. Recordaba como las pocas personas que le mostraban aprecio decían adiós mientras él seguía avanzando. Ahora que lo pensaba ¿Volverían a verse? La respuesta se limitaba a un tal vez, pero en el fondo rogaba porque no fuera así, no por él, sino por ellos. Los motivos se mantenían en secreto.
Al doblar la esquina un balde con agua fría lo tomó por sorpresa, una sábana blanca cubrió su vista seguido de golpes contundentes que lastimaban su frágil cuerpo. Todo fue tan repentino. Memorizar el rostro de sus atacantes era pérdida de tiempo. Una vez los había enfrentado. ¿Qué aseguraba que esta vez sería diferente? Tomando en cuenta que las clases finalizaron acusarlos ya no era una opción. A través de esa tela tan delgada solo distinguió las luces brillantes de algunos celulares, posiblemente grabando lo ocurrido como un recordatorio o siendo usados solo para tener una mejor vista de los hechos. Quién sabe.
Pasaron los minutos y con dificultad logró ponerse de pie. Sus agresores ya no estaban presentes. No quería llamar más la atención por lo que se retiró ignorando toda clase de ayuda por parte de las personas que transitaban el lugar.
Esperen...
¿Había personas?...
Que extraño, nunca las notó...
Metros antes de llegar a casa Camda se aseguró de no tener ninguna marca visible en el cuerpo. Cerciorándose de ello ingresó sin problemas a su hogar.
Una cálida bienvenida acompañada de un abrazo amoroso lo recibieron.
-Hay hijo ¿Dónde estabas? Ya me tenías preocupada, mírate. Estás todo mojado- Fueron las dulces palabras que dijo su abuela al verlo.
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LUNA DE SANGRE
General FictionEn las calles bajas de Trujillo "Ciudad de la eterna primavera" un acontecimiento inusual pone en aprietos a un joven llamado Camda, este en compañía de su mejor amigo Riuco tratarán de resolver un caso particular de misteriosos asesinatos ocurridos...