Capítulo 38

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—¿Qué tiene?— Quise soltar la mano de Serim para lanzarme sobre el hombre delante de mí. Estaba nervioso, asustado y mi omega me pedía sacarle como sea las palabras, pero el tipo parecía moverse en cámara lenta—. ¿QUÉ TIENE? ¡Dígame que tiene! ¡Dígame que está bien!

Serim no permitió que me aparte de su lado, al contrario, su brazo libre rodeó mi cintura y me mantuvo ahí, completamente quieto, impidiendo que me volviera loco. El doctor le dio una última mirada al aparato y después lo apagó, observándonos.

—Lo siento— Se inclinó hacia atrás, ganando algo de distancia apenas sus fosas nasales se movieron y captó el aroma de mis nervios o deseos de sacarle las palabras a golpes—. Quería comprobar nuevamente... Que no puedo verlo.

—¿Al bebé? ¿No puede ver al bebé?

—No es eso, el bebé está ahí.

—¿Entonces?— Continuó Serim. Hundí mi rostro en su cuello, llenándome de su aroma, inspirando tan profundamente como podía, sólo para embriagarme con su olor. Serim era mi pilar cuando yo no podía ser el suyo y lo mismo pasaba cuando él me necesitaba, como una mutua defensa. Me gustaba eso y me gustaba también saber que mi bebé estaba ahí. Llevé mi mano a mi vientre, acariciándolo por instinto propio.

Mi bebé está ahí, oí que mi omega ronroneaba, mucho más tranquilo.

—Es muy pequeño aún, tendrá unas tres semanas y un poco más, además, como aún es tan diminuto, en el caso de un golpe cualquiera, es el cuerpo del omega el que lo protege. Sé que suelen ser muy frágiles, pero eso no impide que el vientre les sirva de armazón.

—¿Y si no fue un golpe cualquiera?— Murmuré, sin dejar de esconder mi rostro en el espacio entre el cuello y el hombro de Serim, sintiendo la tensión en los músculos de mi alfa debido a mi pregunta.

—¿Qué?— Cuestionó el médico.

—Quiero saber si existe, aunque sea mínima... La posibilidad de que mi bebé no esté bien debido al golpe.

—Bueno— El doctor se tomó su tiempo nuevamente y sentí su mirada interrogante, pero ni Serim ni yo dijimos nada—. Es bastante improbable, tiene que tratarse de una agresión física directo a la zona y con toda la intención de hacer daño, ya sabe, un puñetazo o una patada.

—Un golpe de alfa... O beta— Susurró  Serim y oí a su alfa rugir. Dejé un pequeño beso en su cuello, mientras mi propio omega ronroneaba, deseando tranquilizar a su pareja.

—Sólo un alfa o un beta demasiado enojado podría hacerlo— Confirmó el médico—. Pero podemos asegurarnos completamente de que no presente ninguna anomalía física o mental
cuando nazca y durante sus primeras semanas— Entonces encendió su celular y nos mostró la captura, una bolita negra a un lado de todas las rayas negras y blancas.

—Entonces ¿No puede saber si está bien?— La mano que antes estaba acariciando mi vientre la llevé hasta el celular y lo cogí, observando la pequeña imagen y la manchita negra. Sonreí suavemente, soltando, sin darme cuenta, feromonas cargadas de felicidad, y no lo noté sino hasta que Serim sonrió, besando mi cien—. ¿Es eso? ¿Es muy pequeño para saber si le pasó algo?

—Exacto— El beta le respondió a Serim—. Lamentablemente, no puedo saberlo sino hasta que esté más grande o, como le digo, confirmarlo una vez nazca, pero tienen un bebé y estoy completamente seguro de que no está muerto, así cabe la gran posibilidad de que fuera una
falsa alarma y el embarazo prosiga con normalidad.

Pasé mi pulgar sobre la manchita y le volví a enseñar a Serim la imagen, desconectándome de todo. Lo principal ya lo sabía, mi pequeño estaba vivo y conmigo, él se encontraba a salvo. Restregué cariñosamente mi rostro contra el cuello de Serim y este acarició mis cabellos, permitiendo que me acurruque en él.

The Perfect Omega - Seriham || 𝗖𝗥𝗔𝗩𝗜𝗧𝗬Donde viven las historias. Descúbrelo ahora