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Siempre eras tú, caminando por los pasillos en tus Dr. Martens.

No te inmutabas al recibir las miradas de todos aquellos que cuestionaban tu rareza, tu indiferencia, tu belleza...

Me acerqué a ti el primer día, me miraste de pies a cabeza y sonreíste. Me contaron que tú nunca sonreías y el corazón me dio un vuelco.

Pensé que teníamos una oportunidad, pero me dejaste claro que era muy bueno para ti.

No entendí tus palabras realmente "No puedo Harry, eres muy bueno para mí. Voy a arruinarte"

Tal vez yo quería ser arruinado, pero solo por ti. Aunque, jamás me dijiste de qué modo podrías hacerlo. Solo me advertiste, pero no me explicaste, me dejaste con la duda en la cabeza.

Seguías sonriendo al verme. Me pedías que me aleje y aun así me provocabas, te burlabas de mí.

No aguanté más. Recuerdo cuando te acorralé en los baños.

Mis manos fueron directo a tu rostro y te acaricié lentamente.Mis labios atacaron a los tuyos, gemiste sobre los míos y no pude soportarlo ni un segundo.

Te besé como un maldito necesitado, porque era la verdad, te necesitaba.

¿Por qué me correspondías ahora?

Enrrollaste tus piernas en mi cintura, mientras tu espalda se presionaba contra la pared y tu pecho con el mío.

Tocaste por debajo de mi camiseta. Te sentí contra mí y comencé a moverme, amando tus gemidos.

Terminé dentro de ti, sudábamos, pero aun así eras espléndida. Secaste mi frente y depositaste una beso en ella, para luego darme una patada con tus Dr. Martens.

Oh me sentí alagado, mataría por recibir otra patada de tus bellas botas. Tal vez estoy loco, tal vez esto suena retorcido, pero todo lo concerniente a ti me encanta.

Te acomodaste la falda y me susurraste:"Ahora sí eres lo sufiente malo para mí. Ya estás arruinado".

No pude quitarte los ojos desde entonces, ibas a mi casa o yo a la tuya. Todo era sobre sexo, no me malinterpretes, me encantaba pero quería más.

A veces me preguntaba si yo era el único, o si habrían más. Un día tuve el arrebato de preguntártelo.

Veías el techo echada sobre mi cama, mientras que con tu otra mano acariciabas mi cabeza sobre tu pecho.

"¿Soy el único?" Murmuré con la esperanza de un niño pequeño en los ojos.

"¿Tú que piensas?" Reíste como si fuese la respuesta la más obvia. Reposaste tu mano en mis rizos y suspiraste, larga y pesadamente.

"No lo sé, pero me encantaría serlo" dije con sinceridad y deposité un beso en tu pecho.

"Entonces lo eres" y así sin más, te hice mía otra vez.

Me presentaste a tus padres, me adoraron. Desafortunadamente no puedo decir lo mismo de los míos.

Ya había pasado un año desde entonces y seguía sin saber por qué eras con todos de esa manera, menos conmigo. Por qué a ellos los aborrecías y a mí decías amarme.

¿Alguna vez has tenido esa sensación de que algo malo está por ocurrir?

Bueno, en realidad, yo nunca la tuve. Para mí todo estaba de maravilla, estaba en mi segundo año de universidad, junto a la chica que amaba desde el primer año de secundaria, y ella me amaba también.

Ojalá hubiese tenido ese presentimiento, las cosas podrían haber sido distintas, muy distintas.

Llegué al departamento que compartíamos desde hace seis meses.

Dr. Martens | h.s. OSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora