Intercambio

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama.

[...]

¡Izquierda! ¡Derecha! ¡Izquierda! ¡Buen golpe! ¡Un bloqueo! ¡Esquivando! Perfecto, aunque lento, pero lo hacía muy bien. El calor había bajado desde el mediodía, sin afectar los ánimos pujantes de Bardock y Gine, que luchaban cual fieras en una zona deshabitada de Vejita, no muy lejos de la ciudad.

Una fuerte patada del capitán saiyajin canceló todo avance de la muchacha, que cayó muy abatida al suelo.

—Nada mal, niña.

—Búrlate —dijo Gine, limpiándose la comisura de sus labios—. He perdido.

—Eso no quita que hayas progresado. Levántate.

—¿Continuaremos?

—Claro que no. Estás horrible —mencionó Bardock, con intenciones de fastidiarla.

—Mira quién lo dice —Gine se incorporó y le dio un ligero golpe en su brazo derecho, algo magullado.

—¡Argh! —se quejó de dolor— ¿Qué rayos te pasa?

—No soy la única que quedó mal —la saiyajin rio un poco.

Bardock torció los labios por su respuesta y sacudió su cabeza: esa mujer podía ser todo, menos una debilucha... al menos, no mentalmente; y eso le fascinaba de ella, aunque jamás se lo diría. Su orgullo de hombre estaba primero.

—La próxima vez pedirás clemencia.

—¿Entonces vas a someterme? —Gine enlazó sus brazos en el cuello de Bardock; el saiyajin trastabilló un poco por aquel acto sorpresivo y atinó a sostener sus piernas ya enganchadas a su cintura, mientras recuperaba la compostura— Porque te advierto que no te dejaré intentarlo.

—¿Siempre tienes que hacer eso? —respondió, incómodo por el beso que le dio en la mejilla.

—Si quieres, me detengo desde ahora.

—¡Hmp! Ya quisieras... —en un giro extraño, Bardock hizo que Gine se soltara de él y la lanzó suavemente al aire, tomándola en sus brazos.

Pese a su condición guerrera, Bardock corría por el yermo, en tanto Gine se quejaba y reía a la vez, hasta que el guerrero encontró una zona con pasto fresco y se lanzó de espaldas. Algunos brotes salieron expedidos al aire, cayendo en las cabezas de los saiyajin que aprovechaban en besarse con una mezcla de pasión y ternura atípica en su raza.

—Te tomaría aquí mismo, lo sabes —el capitán esbozó una sonrisa torcida, echándose sobre ella.

—También yo —la joven acarició su cicatriz, despidiendo un brillo especial de sus ojos—; pero sabes que hay rondas a esta hora, no quisiera que nos descubran —concluyó, sonrojada.

—Debiste elegir otro lugar para entrenar.

—¡Bueno, ya está hecho! —Gine frunció el ceño, golpeando amorosamente la armadura del saiyajin— Tenemos toda la noche para eso.

—Saldré temprano, cuando el sol se oculte.

—Tu misión de purga —Gine se irguió, empujándolo con delicadeza—. Lo había olvidado...

Bardock la acompañó en la misma posición, viéndola cambiar su expresión. Pese a llevar un año juntos en el escuadrón, recién se habían emparejado. Sin embargo, el corto tiempo no le impidió conocerla, hasta en los detalles más triviales. No le habían encomendado misiones en los cuatro meses que llevaban de relación, y esta vez tardaría mucho en volver a verla.

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