Al despertar, se encontró a sí mismo en un amplio claro, rodeado de frondosos árboles bajo un límpido cielo azul. En el centro no había más que pequeñas plantas y un viejo tocón en el que habían anidado varios hongos.
-"¿Dónde estoy?"- se preguntó.
No era capaz de recordar cómo había llegado allí, pero al no verse heridas o algún signo de secuestro supuso que se había perdido en el bosque y por el cansancio se desmayó. Decidió entonces buscar por los alrededores algún punto alto al que escalar para ver donde estaba e intentar ubicarse, ya que las ramas de esos árboles se encontraban a unos diez metros sobre el suelo y no sería capaz de llegar. Ubicándose con el Sol, se dirigió al norte y, sin perder de vista el camino de regreso, se internó en el bosque.
Por culpa de la gran cantidad de vegetación y a los árboles que tapaban el sol, le costó muchísimo avanzar y hacerse camino por aquel bosque desconocido, aunque no era capaz de identificar las plantas que allí crecían. A pesar de estar atento por si escuchaba cualquier ruido, no fue capaz de oír más que sus propios pasos por lo que le pareció dos horas de camino, ni siquiera sonaba viento, parecía que el propio ambiente se hubiera muerto. Así continuó hasta un amplio claro, casi igual a aquel en el que despertó, salvo que en lugar de un tocón allí se encontraba lo que, ahora sí, fue capaz de identificar como un viejo roble, aunque alto hasta donde alcanzaba la vista. Después de tanto andar, decidió descansar a la sombra de aquel árbol.
-"¿Quién está ahí?"-
Se oyó una grave voz que retumbó por el claro. Se despertó y sintió que se le iba a salir el corazón por la boca del susto, tanto que se puso de pie de un salto.
-"¿Quién eres?"- preguntó, -"¿Dónde estás?"-
Se empezó a asustar más cuando no vio a nadie por los alrededores, pues confiaba mucho en su instinto y sabía que no se lo había imaginado.
-"Eso debería preguntar yo"-
Al escuchar otra vez aquella grave voz, esta vez detrás de él, se giró rápidamente y vió una cara que parecía estar mirándole en el...¿árbol?
-"¿Qué...?"-
-"Así que tú eres el siguiente"-
No se podía creer que de verdad le estuviera hablando un árbol.
- "Entiendo que tendrás muchas preguntas, todos las tienen, pero yo una única respuesta; tú no deberías haber llegado nunca aquí, eres alguien que perdió su camino y acabó en un lugar al que no pertenece como tantos otros antes que tú, y te aseguro que no serás el último"-
Esperó a que continuase su "explicación", pero no tenía intención de seguir, lo cual le mosqueó.
-"¿Te esperas que después de perderme y despertar en un bosque, andar por una eternidad y encontrarme a un **** árbol que habla solo me diga: "Tú no deberías estar aquí" y ya?"- El roble soltó una risotada.
-"Sigo sin entender que encontráis extraño en que un árbol hable, y agradecería un poco más de respeto que, aunque no sepa cuanto vivís exactamente los humanos, te aseguro que te saco unos milenios. Si lo que quieres son respuestas, deberías ir a lo alto de aquel monte, aunque te aviso que si lo intentas, lo que lo custodia no te dejará escapar"-
Si tantos milenios tienes ya me lo podrías decir tú.
-"¿Y qué es esa cosa tan peligrosa?"-
-" No existe forma de explicarlo, se escapa a la compresión de las palabras y las mentes; es más antiguo que el universo, nacido antes que el mismo tiempo. Dicho esto y terminado mi trabajo, ya no se me requiere más aquí"- Cerró los ojos y la boca, desapareciendo como si nunca hubiese estado ahí.
-"Ya..."-
Para su sorpresa, sí resultó haber un monte aunque no lo hubiese visto por el cansancio y el extraño evento.
-"Supongo que no tengo mejores opciones"- Se dispuso a ir, aunque todavía le esperaban unas cuantas horas de viaje.
A pesar de andar por otras dos horas, siguió sin ser capaz de distinguir ni un solo ruido, ni siquiera algún pequeño animal, nada más que él y su roce contra la vegetación. Tras tanto andar en un solo día, a lo cual no estaba acostumbrado, y de ver que ya estaba anocheciendo, decidió prepararse un lugar donde dormir y descansar; empezó buscando un lugar medianamente amplio pero bajo la sombra de árboles, lo que no era difícil ya que allí casi no llegaba la luz del sol. Tras esto lo limpió de piedras y pequeñas plantas para poder tumbarse, y acurrucado para darse calor, pues no disponía de mantas ni nada parecido, se quedó pensando en lo que había sucedido hasta que se puso el sol, y con él se durmió.
Se despertó cuando todavía no había salido el sol, por culpa de un no muy fuerte pero constante ruido, que parecía acercarse poco a poco.
-"¿Qué...?"-
A pesar de seguir adormilado y no ser capaz de distinguir de dónde venía ese ruido, su instinto hizo que le entrase sudor frío y se le erizase el pelo, parecía que ese sonido se metía dentro de él atormentándolo, y no era una sensación agradable. Se acordó entonces de lo que le había dicho el viejo roble:" lo que custodia el monte no te dejará escapar..." Ni siquiera se le pasó por la cabeza pararse a ver qué era esa cosa, pues solo se le ocurrió ir a aquel monte, por ser el único lugar al que podía ir, puesto que el roble no parecía que fuese a ser muy útil contra "eso", y a probar suerte, a ver si de verdad ahí se encontraban las respuestas a sus preguntas y sobre todo, a que era esa cosa. Le costó horrores avanzar, ya que no solo era el cansancio, si no llegaba prácticamente la luz solar de día, de noche se tenía que guiar casi a tientas.
Cuando intentó buscar de nuevo el monte, pues por la oscuridad de la noche perdió su camino, lo encontró gracias a que entre las ramas de los árboles, se divisaba una extraña luz blanquecina procedente de él, e intentó dirigirse para allá lo más rápido posible. Por mucho que avanzáse siguiendo aquella luz, el ruido no solo no se alejaba, sino que seguía acercándose, lenta e implacablemente, como si no pudiera deshacerse de él ni de aquel miedo que le provocaba. Por fin había dejado la capa de árboles atrás, y con el monte enfrente y aquella cosa cada vez más cerca, se dirigió jadeando agradecido de no tener más plantas estorbándole y poder ver. Ya le faltaba poco para llegar a aquella luz y saber que estaba sucediendo, era lo único que importaba, superar esos cien metros que lo separaban de las respuestas que tanto ansiaba, que era esa cosa que lo perseguía, por qué le provocaba ese miedo y por qué estaba él ahí.
Solo le quedaban diez metros cuando lo escuchó gritar, no fue un sonido como tal, simplemente lo sintió, atravesando sus huesos hasta llegar a su corazón. El miedo que sintió le hizo seguir avanzando,con la adrenalina fluyendo por sus venas sabía que no podía dejar que aquella cosa lo atrapase. Solo faltaban tres metros cuando lo sintió detrás suyo, cada vez más cerca, pero solo le quedaba un metro. Veinte centímetros. Diez centímetros. La luz estaba tan cerca de la punta de su dedo que sentía el calor que irradiaba. Ya casi estaba.... pero no. Una mano se posó sobre su hombro, que lo frenaba y arrastraba de vuelta al bosque. Era una mano negra y grande, más que su propia cabeza, tan fuerte que por mucho que se agitase o debatiese ni siquiera se pudo mover un milímetro, y por la que se intuía un cuerpo enorme y esbelto, posiblemente de unos tres metros de altura. Por mucho que intentó soltarse y llegar a la cima, fue sintiendo una pesadez en su estómago, consciente de que no sería capaz de escapar. Aquel ente acercó lo que debería ser su cara hasta su oreja, donde empezó a susurrar en un idioma incomprensible y antiguo. Entonces entendió, y dejó de hacer fuerza, dejándose llevar por aquel ser a lo profundo del bosque. ¿Qué importaba adonde se lo llevaba o lo que le pasase? Todo eso dejó de importar hace mucho, pues eso era el más allá, y él siempre estuvo muerto.
Bajo un amplio cielo azul, en un claro rodeado por frondosos árboles, despertaba una mujer, preguntándose-"¿Dónde estoy?"-
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¿Dónde estoy?
FantasyAl despertar, se encontró a sí mismo en un amplio claro, rodeado de frondosos árboles bajo un límpido cielo azul. En el centro no había más que pequeñas plantas y un viejo tocón en el que habían anidado varios hongos. -"¿Dónde estoy?"-