Sin barreras

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DISCLAIMER: Los personajes y lugares le pertenecen a Akira Toriyama. Esta historia va para El Reto del Camino de la Serpiente DBFanfics., organizado por la página Dragon Ball Fanfics.

* Personajes: M. Trunks, M. Mai, Bulma.

* Valor: Optimismo.

[...]

La cena había concluido en Corporación Cápsula, tras la espantosa batalla en su desaparecido futuro, sin que ello asegurara su paz. Todo el tiempo era así: los días de gloria eran lujos efímeros y temidos para él. Quizás su hado lo condenaba a un bucle infinito de incertidumbre. ¿Por qué? No estaba seguro. ¿Merecía ser siempre el sobreviviente? Tampoco tenía una respuesta. ¿Y eso era bueno o malo?

Miró las ventanas iluminadas de la terraza donde se encontraba, oyendo las risas de su familia por detrás de la puerta. Tanta alegría, tanta tranquilidad...

El joven del futuro suspiró: incluso para un saiyajin, existía lo imposible.

—Trunks.

—¡Mai! —se sobresaltó, notando su presencia— Lo siento, no te vi...

—Descuida —se encogió de hombros, sonriente—. La noche está en calma.

—Es verdad... —la recibió a un costado.

La pareja se miró en silencio, reservando y expresando sus comentarios a la vez, para luego fijarse en el lento titilar de las estrellas. El pacífico regalo de la naturaleza a los suyos.

—Acabo de hablar con Bulma —intervino Mai, segundos después—: la máquina está lista.

—Lo ha hecho rápido —el guerrero esbozó una sonrisa triste, sin despegar su visión del cielo—. Mamá es muy hábil con estas cosas.

—Funcionará. Además, tu amigo Wiss lo garantizó.

—Tal vez —volvió a mirarla—. Sigue siendo una posibilidad.

Los ojos de Mai reflejaron su pesar: no se preciaba de tener al más alegre de los amigos, pero conocía muy bien al ser bajo la máscara del guerrero. Un hombre cuya madurez forzada defendía lo justo para todos, como cicatriz de un reclamo infantil jamás escuchado. La huella de su más ferviente deseo: una vida que le fue negada desde su orfandad y el caos traído por los androides. Una que no conocía treguas y cuyo resentimiento al mundo se personificaba en la figura de un dios ególatra y destructor.

¿Qué clase de destino injusto le habían achacado? ¿Podía existir la paz para su salvador? Porque así se mostraba a sus ojos, sin importar las veces que Trunks lo negara. Porque ese hombre poderoso y ordinario la había rescatado del infierno terrenal... y no podía ayudarlo. Detestaba tanto sentirse inútil.

—Arreglaré unas cosas —dijo, cabizbaja, dando media vuelta hacia la terraza.

—Te acompaño —la sorprendió, colocando una mano en su hombro.

La joven de cabellos negros trató de controlar el rubor de sus mejillas y siguió su camino, disimulando el casi trastabillar de sus pies por aquel arrebato de su compañero. ¿Cuánto tiempo habían estado absortos en su charla? Lo ignoraban... pero al abrir la puerta, notaron el silencio del interior. Trunks observó cada rincón del tercer piso de su casa: el ki de sus amigos estaba en reposo, incluso el de su padre. Podía jurar que ésta había sido su peor batalla, pero la idea de verlo con su familia era más reconfortante.

Trunks afortunado: por gozar de una segunda oportunidad, por compartir su felicidad, por ser y no ser a la vez. ¡Caprichosas líneas temporales!

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