Entre lágrimas, palabras y amigueros pensamientos

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En mi garganta lastiman las palabras, rogandome por salir, esperando las frías noches en las que el eco de mis lágrimas retumba en ese pequeño baño. Empujando contra mi campanilla están, necesitan un solo empujoncito para dejarlas ir. Se escapan de mis labios como líquido, apenas mezclandose con el agua de la taza. Mi garganta quema y al fin estoy libre, libre para nuevas palabras, que se acumulan y vuelven a lastimarme. Palabras crueles hacia mis seres más queridos, palabras dulcemente camufladas en miradas, palabras confundidas con dolor, palabras incluso de felicidad, palabras que liberan.

Y así como en mi garganta palabras, en mis ojos se aprisionan las lágrimas, quienes gozan de salir en los momentos más inoportunos, incluso en contra de mi. Ellas no necesitan un empujón, ellas nacen por su cuenta. Caen afiladamente por mis mejillas inundando la habitación y las noches con profundo dolor. Los sentimientos las acompañan como fieles compañeros y de mi almohada se hacen hermanas. Se mezclan completamente hasta desaparecer, no lo suficiente para olvidarlas pero si lo suficiente para no notarlas.

Las palabras son más sutiles, ellas no vuelven, se reemplazan, pero aun asi me dejan respirar. Las palabras son dulces, me entienden, saben quien soy. Las palabras me cuidan. Me cuidan de muchas cosas. Me cuidan del dolor, hacia mi y hacia cercanos, me cuidan del enojo, me cuidan de la locura. Ellas me explican de maneras simples, son poco complejas y cumplen su trabajo fácilmente. Las palabras me quieren y yo a ellas.

Las lagrimas son mas agresivas, a ellas no les importa, saben como ayudar, pero no saben cuando. Se oprimen, se lastiman, son crueles conmigo y con ellas mismas. Sin embargo yo las entiendo, ellas me desconocen, pero yo aun aprendo de estas. Ellas me guían, y si bien también me cuidan, ellas también lastiman y mucho más que las palabras. Me lastiman a mi, a nadie más que a mi, me lastiman con su frío helado cuando se olvidan de mi existir y me lastiman con su hirviente calor cuando no aguantan la presión. Me lastiman con sus amigos, los ya mencionados pensamientos, que se acoplan a las lágrimas y me destruyen de mil maneras diferentes. Me dejan en pedacitos imposibles de juntar. Se pierden en mi almohada intimidados por las palabras que vuelven a protegerme. Curan mis heridas y cuidan de mi hasta que vuelvo a lo que alguna vez fui. 

Las lágrimas podran odiarme, pero saben que las quiero, ellas también liberan. Liberan de una manera distinta, una manera única. Me dejan agotada pero me ayudan a renacer justo donde las palabras vuelven a aparecer.

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