▬▬▬▬ capítulo uno, juego de peones ❝Juego iniciado, Potter❞
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FUE UNA VERDADERA tragedia que Salem Gerard resultara ser una bruja. Su madre tan despistada como siempre le puso a la niña el nombre de Winston Salem, un pueblo al otro lado del lago en las Colinas donde había conocido al padre de Salem, pero ahora que la bebé pelirroja se había convertido en una bruja adulta, era una broma enfermiza. Con la connotación de que 'Salem' es 'juicio de brujas' la pelirroja había adoptado hace mucho el apodo de Sal y siguió adelante con su vida.
En el breve resumen de la vida de Salem pocas cosas eran importantes, las cuatro cosas que estarían en negrita si su vida fuera un libro y la propaganda de tres oraciones sumaran diecisiete años sería lo siguiente: Se suponía que era una nacida de muggles, clasificada en Gryffinfor sin saber lo que significaba. Vestía la misma chaqueta de cuero sucia todos los días de su angustiosa vida adolescente y había decidido que el amor era para tontos.
Ella le podría echar la culpa al padre ausente pero Salem nunca admitiría que tenía problemas de papá.
Y amaba el ajedrez.
No de una manera nerd, Salem Gerard estaba lejos de ser un ratón de biblioteca, ella disfrutaba la estrategia, eso era todo. Le gustaba tanto que su propio ajedrez muggle gastado se había convertido en un elemento básico de la sala común de Gryffinfor. Algunos días a Salem le molestaba que los niños jugaran con el sabiendo bien que no era de ellos, pero otras veces ella encontraba interesante observar como jugaban los demás.
Especialmente cuando Sirius Black le gritó al peón durante cinco minutos, antes de que Dorcas Meadowes le explicara que no era un ajedrez mágico.
Independientemente de sus emociones al ver a la gente usarlo, lo dejó allí. A través de cada receso de cada año, el juego permaneció en la misma mesa de madera colocada detrás del sofá de terciopelo rojo.
Pero recientemente Salem notó que las piezas se movieron como si algún idiota estuviera jugando aburrido después del toque de queda. Solo moviendo las piezas blancas y no se molestaba en restablecerlo.
Entonces, sí, tal vez vigilar quién estaba destrozando su tablero de ajedrez era algo extraño, pero Salem lo estaba haciendo de todos modos. Su compañera de cuarto y mejor amiga, Dottie había examinado la sala común antes de que Salem ocupara su lugar entre una estantería y una pared, la esquina era apenas lo suficientemente grande para que la adolescente entrara, pero proyectaba una sombra que la ocultaba perfectamente.
Y ella esperó.
Salem juraba que se le iban a romper las costillas y que sus piernas pronto caerían, no estaba segura si todavía estaban ahí ya que no podía sentirlas con naturalidad.
