Gran revelación.

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James y Sirius recorren los oscuros pasillos del castillo tratando de hacer el menor ruido posible para evitar ser encontrados y castigados por estar fuera después del toque de queda, cubiertos con la capa de invisibilidad del primero, rumbo a la enfermería para darle una visita a Remus. Anoche fue luna llena, por lo tanto su amigo hoy se encuentra en recuperación.

Normalmente, en días como este lo habrían visitado entre clases o a la hora del almuerzo, pero hoy en la mañana durante la primera clase tuvieron una pelea con la molestia constante de Quejicus, dando como resultado un castigo para los tres, ellos estuvieron toda la tarde fregando calderos; con la constante vigilancia de su profesor de pociones, para después ser llevados directamente a su habitación justo después de la cena y con la clara orden de no salir.

No saben ni les importa lo que pasó con el Slytherin, pero durante el resto del día no lo volvieron a ver y con eso ellos están felices.

Ahora, no podían quedarse sin visitar a su lobuno amigo, así que ignorando por completo la orden de no salir de su sala común hasta el día siguiente los muchachos esperaron a que las rondas de los perfectos hubieran acabado y con la capa encima partieron rumbo a su amigo.

Al doblar en la última esquina para llegar al pasillo en el que se encuentra la enfermería vieron una persona caminando desde el otro lado, se necesitó de toda su habilidad para no tropezar con el otro y caer al suelo cuando reconocieron a esa persona como nada menos que Severus Snape.

—¿Y ese qué diablos hace aquí? —preguntó Sirius en un susurro no queriendo que la serpiente le escuchara.

—¿Y yo como voy a saber? ¿Me ves cara de adivino? —Se quejó James mientras intentaba aparar un poco a su amigo—. Viejo quítate, me estas pisando.

—¡No me empujes!

—¡Shhh! Nos va a oír.

—Usa un hechizo silenciador.

—No trajimos nuestra varitas ¿Recuerdas?

—¡Diablos!

—¡Que te calles!

El par de magos guardaron silencio justo a tiempo para ver como el pálido muchacho entraba por las puertas de la enfermería, no tardaron ni dos segundos en ir tras él ya que no tienen idea si planeaba hacerle algo a su convaleciente amigo.

Al entrar pudieron ver que el lugar está desierto, excepto una cama ocupada por Remus junto a la cual se encuentra parado el Slytherin, antes de que pudieran hacer algo; con la intención de alejarlo de la cama, la sabana su movió revelando a un ojeroso y vendado Remus Lupin, casi se les cae la mandíbula cuando envés de reaccionar de mala manera por quien tiene al frente Remus sonrió. Las siguientes palabras dejaron sus cerebros más confundidos que una clase de runas antiguas avanzada.

—Sev. Viniste.

—Claro que vine, mandaste un elfo a buscarme diciendo que era algo importante —la voz del Slytherin carece de su acidez, desagrado y altanería acostumbrada, una forma de hablar dirigida antes solo a Lily, Lucius, Regulus, Barty y al perecer Remus—. ¿Qué pasa?

—Quería ver a mi amado novio.

—¿Eso es todo?

—¿No es suficiente?

—Eres un lobo muy mimado.

—Pero soy tu lobo mimado —dijo sonriendo mientras se movía un poco en la camilla para dejar un espacio, en una clara invitación para que el pelinegro se sentara.

Severus rodó los ojos pero no negó esa afirmación, solo aceptó la oferta y se sentó en la camilla junto al estómago de Remus quien volvió a sonreír; ahora con los ojos cerrados, cuando una pálida mano fue hasta sus cabellos para acariciarlos.

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