Le escribiria todas las semanas.

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Neith le escribiria todas las semanas a su amiga Red si pudiera, pero su propia mente se lo había prohibido. O al menos, lo intentaba constantemente.

Cada viernes, cuando la campana sonaba para anunciar el término de clases sentía que el corazón se le alegraba en un dos por tres. No importaba si acababa de salir de una clase de química, que por cierto, odiaba,  ni que hubiera sido un mal día, porque sabía que se encontraría con los preciosos ojos azules de la chica que amaba en el club de literatura al que ambos asistían. Ese último día de la semana se había convertido en su favorito, sin duda, y eso que ni si quiera le gustaba leer, pero el amor no escucha razones. Nunca lo hace. Para el era suficiente con saber que a Red le encantaba sumergirse en libros todo el día, el sería feliz acompañandola.

Era un chico sencillo, aquello abastecía su vida de un gozo que le era inexplicable.

Aquel viernes era una tarde fría de otoño, sentía las manos entumecidas y tenía nariz y mejillas rojas. Salió de su última clase con una sonrisa plasmada en el rostro y con su guitarra colgada al hombro, pues aquel día había dado una presentación para su clase de música, y ahora la portaba orgulloso por los pasillos que aún estaban concurridos de alumnos que se dirigían a sus casas. Subió las escaleras y viró a la derecha, y justo frente a el se encontró cara a cara con la persona que buscaba.

Red le sonrió tímidamente y saludo con su mano izquierda, ya que la otra estaba cargada con dos libros.
Neith repaso rápidamente a Red, de pies a cabeza, y reparo en sus pestañas blanquecinas. Las amaba.

— Hey, —saludo ella, cerrando su casillero— justo a tiempo.

— ¿A tiempo para que? —quiso saber. Su curiosidad incremento al ver una sonrisilla traviesa en su rostro, un gesto poco común en Red. Sin embargo, antes de que pudiera contestar, Tom apareció por detrás de la muchacha, beso su cabeza y la rodeó con ambos brazos. Neith se crispo.

— Hola, pequeña, ¿lista para irnos? —pregunto sin hacer caso a la presencia del chico de cabello azabache, que jugueteba con sus manos en la correa de su guitarra. Red asintió y volteo su cabeza hacia Tom.

— Casi lista —le aseguró, y luego se dirigió a Neith—. ¿Podrias excusarme con la profesora Liliet? Hoy no podré asistir al club, Tom me llevará a un concierto de música en el parque, y no quiero perdermelo. ¿Puedes, puedes? —le rogó con ojos de cachorro, a los que, usualmente, Neith no se podía resistir, pero esta vez le dirigió una mirada cautelosa al chico que se encontraba al lado de su amiga.

Tom era alto, con piel blanca y cabello claro. Podría verse como un buen chico, pero su ropa oscura y brazos con tatuajes le daban otra sensación. Sintió cierta irritación por la petición de su amiga, y por la mera existencia de su novio. A Red ni si quiera le gustaba ir al parque.

Inspiró mentalmente, tratando de relajarse. No quería demostrarle todo eso a Red.

— Uh, claro, si eso quieres. Yo le diré, no te preocupes —esbozo una sonrisa de boca cerrada, y la joven dio un pequeño brinco.

— ¡Gracias! Eres el mejor. Te veo en clase el lunes. —Le abrazo rápidamente, acto en el que se ganó una mirada de reproche por parte de Tom, y luego ambos se alejaron a paso rápido por los pasillos, tomados de la mano.

Le escribiria una canción a Red todas las semanas, pero el dolor de que no sean correspondidas aprisionaba las palabras en su corazón.

❤❤❤

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⏰ Última actualización: Mar 07, 2021 ⏰

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