Keiko Bakugo, hermana de Katsuki Bakugo llega nueva a la U.A. con el fin de hacerse heroína.
Sin embargo, conoce a un profesor que trata de hacerle todo un poco más difícil.
Tres golpes en la puerta me despertaron, yo me levanté con pereza de la cama.
Keiko: Ya voy~. (Dije aún medio dormida)
Agarré mi cabello en una coleta despeinada y lavé mi cara y mis dientes, entonces me dirigí a la puerta, al abrirla me encontré la figura de Ejiro mirándome con una sonrisa en el rostro.
Kirishima: Qué linda te ves recién levantada, bella dama. (Sonrió) Te dije que vendría temprano.
Keiko: (me reí) Pase usted, caballero.
Noté que sonrió aún más ampliamente y entró a la habitación.
Kirishima: ¡Qué organizada eres! (Dijo mirando toda la habitación y se sentó en mi cama)
Yo solo me reí y me acerqué a él.
Él me tomó de las caderas e hizo que al igual que ayer me sentara encima suyo, pegó nuestros labios, está vez el beso llevaba mucha más pasión, Kirishima pasaba lentamente su lengua por encima de mis labios y los mordía.
Entonces bajó por mi cuello con pequeños besitos húmedos, se despegó de este y me sonrió.
Kirishima: Por cierto, buenos días (se rió)
Keiko: Buenos días (sonreí y me levanté de encima suyo, me estiré y caminé por la habitación bajo la mirada atenta de Kirishima) ¿Te molesta esperarme mientras me arreglo?
Kirishima: Para nada, pequeña, es obvio que no vas a salir en pijama, aunque te queda precioso (me guiñó un ojo y de nuevo, sentí mis mejillas arder)
Me reí y tras agarrar mi ropa y todo lo que necesitaba me encerré en el baño a ducharme y a acicalarme.
NARRA KIRISHIMA.
Escuché el agua de la ducha y me levanté de la cama para estirarme.
Estaba tan feliz de que Keiko correspondiera mis sentimientos, estaba preparado para que ella me rechazara, pero al final, fue todo lo contrario.
Quería hacerla feliz.
Pasó un rato y vi a mi peque salir del baño arreglada.
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Simplemente hermosa.
Kirishima: Estás hermosa. (Dije acercándome a ella.) Me dan ganas de comerte a besos. (entonces junté mis labios con los de ella y empecé a llenarle la cara de besos y el cuello, ella se rió.)
Keiko: Tú también lo estás. (Sonrió)
Yo llevaba una camiseta negra y encima una camisa a cuadros rojos y negros remangada, unos vaqueros negros con rotos y unas converse negras.
Nuestros móviles vibraron, yo saqué el mío del bolsillo.
Kirishima: ¡Oh! Nos están esperando fuera de la U.A.
