Capítulo 1: Género

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Era una tarde como cualquier otra en la época victoriana. La mansión Joestar se veía tan espléndida como era de costumbre; por los pasillos de aquella lujosa mansión una figura grácil se paseaba, un muchacho de tez pálida como la nieve, ojos felinos de color ámbar, cabello dorado como los rayos del sol y una carismática y a la vez misteriosa sonrisa. Se trataba de Dio Brando, aquel joven se movía con total gracia por aquellos largos y lúgubres pasillos que eran alumbrados por la luz de las velas. Al verlo pasar las mucamas agacharon la cabeza por instinto, pese a ser un chico de tan sólo quince años tenía una aura sombría que imponía respeto y nadie en la casa se atrevía a molestarlo. Sin embargo, se detuvo junto a una mucama que desempolvaba un jarrón. 

—Nora —la llamó. Su voz profunda hizo que la chica pegara un pequeño salto debido a la impresión; con lentitud se giró hacia él. —¿Sí, amo Dio?

—¿Puedes buscar a JoJo? —una pequeña sonrisa se formó en su rostro y con suaves palabras dijo: —Quiero que le comuniques que pronto será la hora de la cena. Dile que padre y yo lo esperamos en el comedor. 

—Entendido. —hizo una pequeña reverencia, se dio media vuelta y salió en busca de su otro amo. 

Al ver cómo la chica desaparecía de los pasillos la sonrisa de Dio se borró de su rostro y se dio media vuelta, eso de fingir ser un noble le daba asco. Ser cabelleroso con todo el mundo, con personas que eran verdadera escoria, verdaderos hipócritas. Desde que asesinó a la escoria de su padre y fue adoptado hace tres años por la familia Joestar había logrado ganarse una buena reputación. Era tan sólo natural, no había nada que él, Dio, no hiciera bien. Modales, etiqueta, arte, literatura, lengua, música, baile, deportes. Era todo un modelo a seguir, no como su hermano adoptivo, Jonathan Joestar. JoJo, ese niño mimado al que le dieron todo en bandeja de plata desde que nació jamás tuvo que luchar por nada, todo era por y para JoJo. Sólo de pensar en su tonto rostro le daban ganas de vomitar, esa bondad nata que lo caracterizaba, le hacía hervir la sangre. Por mucho que Dio lo intentara su sangre era sucia, la asquerosa sangre de Dario Brando corría por sus venas y hiciese lo que hiciese seguiría siendo ‘la rata a la que los Joestars rescataron de la miseria’. 

—Dio, ¿me buscabas? 

Salió abruptamente de sus pensamientos cuando una voz a su lado lo llamó. Giró y pudo ver que Jonathan se encontraba a lado suyo con esa mirada tonta que lo caracterizaba, quería golpearlo. 

—JoJo, —borró su ceño fruncido y le dedicó la mirada más gentil que pudo fingir. —¿Nora te envió mi mensaje?

—Eh, sí. Ja,ja... 

Se rascó la nuca con nerviosismo. Hablar con Dio le incomodaba un poco, era tan sólo natural ya que este los primeros meses de su estancia había hecho la vida de Jonathan un verdadero infierno. Cosas tales como besar a su novia, dejarlo sin amigos, darle palizas y hasta quemar vivo a su perro. Habían pasado más de dos años de eso, pero a Jonathan todavía le dolía y no podía evitar sentir algo de miedo hacia su hermano. 

—Vamos, padre nos espera. —colocó una mano sobre su hombro, cosa que envió un escalofrío por el cuerpo del Joestar debido al temor que aún sentía teniendo a Dio demasiado cerca. 

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⏰ Última actualización: Mar 08, 2021 ⏰

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Nadie debe saber. - JonaDioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora