Hyuga

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Aunque le hubiese gustado pasar el domingo entero con Hinata, era crucial que antes resolviera asuntos de importancia. Lo primero, fue ir a casa de su prometida y observar los daños de los que le habló el día anterior, si era verdad que el idiota los había provocado serían pruebas para poder demandarle, y quizá hasta conseguir una orden de restricción. Lo que encontró parecían travesuras hechas por adolescentes, lo cual realmente le hacía cuestionar la inteligencia del médico.

Shikamaru, no solo era un excelente abogado, también trabajaba para la policía. Ser su amigo tendría que ser una ventaja, y aunque era tremendamente perezoso, terminó yendo a ver las evidencias de que alguien estaba tratando de dañar a Hinata.

- Ese sujeto no solo obtendrá una orden de restricción, también podríamos meterlo a la cárcel – le aseguró después de un escrutinio detallado de la propiedad.

Shikamaru le había explicado lo que tenían que hacer, y aunque no le agradaba la idea de que Hinata tuviera que testificar, acepto que era la única manera de alejar a ese idiota de su novia.

Sabiendo que Shikamaru se encargaría de empezar los tramites al día siguiente, se sintió con libertad de continuar con su siguiente misión, y esa era la que más le tenía motivado, buscar a Iruka, un amigo al que le tenía aprecio y de quien también necesitaría un enorme favor.

- ¡Vamos Iruka!, puedes hacerlo.

- Es domingo, y no pienso salir de mi casa para cumplir un capricho tuyo.

- No es un capricho, quiero pasar el resto de mi vida con Hinata. ¿Acaso nunca estuviste enamorado?

- Me parece ilógico que quieras casarte en domingo, ¿no puedes esperar un par de meses?, al menos deberías pensártelo bien.

- No tengo nada que pensar, Hinata es mi novia, la amo desde hace años y actualmente tendremos un bebé, ¿no son motivos suficientes para casarme?

- ¿Y por qué la prisa?

- Ya te lo he dicho, porque no quiero que nadie se atreva a cuestionarla sobre el bebé que tendremos. Quiero que se sienta segura, que no tenga vergüenza, y que sepa que estoy comprometido con ella en todos los sentidos.

En algún momento logró convencerlo, Solo esperaba que Hinata no lo rechazara, porque si bien había aceptado casarse con él, no estaba seguro que hacerlo justo al día siguiente fuera demasiado pronto para ella.

Cuando llegó a casa eran alrededor de las 2 de la tarde. Les pidió a Chiyo y Teuchi que prepararan la sala, quizá no era el lugar más romántico, pero siempre podrían volver a tener un festejo mejor planeado y al gusto de Hinata.

Jiraiya lo interceptó antes de subir las escaleras que llevaban a los dormitorios. Y cuando le narró las locuras que hizo Sakura se sintió enfadado. Sakura no tenía ningún derecho de insultar a Hinata, mucho menos de agredirla físicamente. En tales circunstancias, romper su amistad con la pelirosa no sería suficiente, además se aseguraría de que no volviera a lastimarla de ningún modo posible, y eso lo garantizaría cerrándole para siempre las puertas de su casa.

Subió a la habitación donde encontró a Hinata profundamente dormida, verla sobre su cama le hizo sentir dichoso, le gustaba pensarla suya. Pero cuando vio su rostro, de inmediato desapareció la sonrisa que le había provocado verla, pues denotaba que había llorado. Se prometió que nunca más dejaría que alguien la lastimara. Hinata era todo lo que deseaba en su vida, y por ello, haría todo lo que estuviera en sus manos para que siempre fuera suya y que fuera feliz.

Se acostó a su lado y la mantuvo abrazada a su cuerpo hasta que despertó. La besó con ternura y luego le prometió lo que debió hacer el día que le notificó su embarazo.

Una mentira piadosaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora