LADRONES DE LA FUERZA

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Adax no podía pilotar a gusto por dos razones. La primera era que su compañero, Damion, canturreaba una canción de melodía estridente mientras jugueteaba con el dejarik. El joven senador no tenía otra cosa mejor que hacer, la idea de que debía representar al senado en el sistema de Arkan, no sonaba divertida en absoluto, por lo que evitaba detenerse en esos pensamientos.

La segunda razón por la cual Adax era incapaz de concentrarse era porque los ojos se le cerraban, tal vez por el desgaste generado tras largas horas de pilotaje.

Se agarraba a los mandos haciendo un esfuerzo por no desfallecer, deseando llegar a Arkan y escoltar a Damion allí, durante el cumplimiento de sus deberes.

—Dentro de nada te escucharé roncar. Debería contarte una historia espeluznante, para que no logres conciliar el sueño. ¿Has oído hablar de los vampiros de la galaxia? —Carraspeó la garganta—, criaturas que se alimentan de sangre y viven en la penumbra. Las leyendas cuentan que sus colmillos son grandes armas y que sus pieles relucen al entrar en contacto con el sol. Su naturaleza es temible. Dime, ¿qué harías si te encontraras con uno de ellos? También he oído que cazan jedi.

Damion se burlaba de Adax, por primera vez levantando la mirada de su juego de mesa holográfico. Jugar en solitario podía resultar aburrido, y quizás ridículo cuando tenía a otra persona con la que poder disputar una buena partida.

—Sólo son cuentos para bobos. —Contestó el jedi—. R2T7 encárgate de pilotar, se me cierran los ojos.

Adax despegó las manos del mando central para echarse hacia atrás. Damion dejó de lado el dejarik y le observó con el rabillo del ojo. Decidió levantarse de su asiento para llegar hasta su amigo y guardián. Sigiloso, intentando ser tan sútil como el jedi, pero torpe, tanto como cualquier senador que necesitaba protección. Adax se volvió de forma inesperada antes de que el diplomático pudiera posar su mano en el hombro del moreno. El protector le dedicó una mirada que decía "¿Se puede saber que estás haciendo?". El senador chasqueó la lengua, molesto. «Malditos jedi» pensó. «No hay manera de pillarlos». Frunció los labios y se cruzó de brazos mientras se sentaba al lado de Adax.

En ese preciso instante, un pitido logró que Damion rebotara en su asiento. Adax se lanzó sobre el panel sobresaltado, toqueteando algunos botones. Si bien el diplomático no entendía que estaba haciendo, su instinto le decía que no podía ser nada bueno. Su primera intuición se vio reforzada cuando el jedi solicitó la ayuda del droide, R2T7. Juntos comprobaron que se trataba de un mensaje en holograma. Sin embargo, algo le decía que había gato encerrado. Comunicados de ese tipo se recibían por la vía ordinaria, identificados por un código y con remitente. Aquella misiva no estaba reglada. Tal vez lo mejor era pasarla por alto. Además, debía haber sido retransmitida desde algún planeta cercano dado que sin reglaje no pueden circular libremente por la galaxia. Por encima de todo, se encontraban en la gran zona inexplorada. El vacío desconocido de la galaxia, rumbo a Arkan, que ya de por si era peligroso.

—¿Qué acaba de ocurrir?

—Hemos recibido una misiva sin identificador. —Contestó él, pensativo—. La rechazaré.

—¿Por qué? Veamos lo que dice —Detuvo al moreno, que iba a presionar el botón que eliminaría el mensaje—, R2T7, inicia la reproducción.

—No. No reproduzcas el mensaje.

El pequeño droide emitió una serie de sonidos a través de la nave. Adax evitó mirar a Damión y le pidió que se sentara, pero negándose categóricamente el pelirrojo se las apañó para aceptar el mensaje manualmente.

La misiva era un holograma de un hombre vestido con una túnica de jedi. Lejos de mantener la calma de un guerrero de la fuerza, hablaba a toda velocidad, desbordando desesperanza y pidiendo auxilio.

LADRONES DE LA FUERZA | WATTWARSDonde viven las historias. Descúbrelo ahora