Los prodigios de la galaxia

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Aterrizaron en un lugar apartado, en el bosque pero lo suficientemente cerca para llegar andando a la ciudad.

Ladybug apagó la transmisión de Fulcrum, el enlace con la Rebelión. Tampoco sabía el nombre real de su compañero y ella no había revelado el suyo. Cogió su mochila equipada con armas y víveres para varios días y salió.

—¿Crees que pertenece al Imperio? —Catnoir se bajó ágil de la nave. Habían venido en una pequeña lanzadera, suficientemente grande para tener un cómodo viaje con su astromecánico C1-TK y su adorable gato de Lothal llamado Plagg.

—Sea o no del Imperio nuestro deber es salvar al pueblo de Parismo, por eso la Rebelión nos ha destinado al sistema Superfan. —La expresión de Catnoir era de resignación mientras se ponía su casco, estaba deseoso de acción y cuanto mayor fuera el enemigo más diversión y emoción encontraría.

Anduvieron horas, durante todo el camino Ladybug notaba la mirada de su compañero, pero no se atrevía a devolvérsela. Llevaban varios meses juntos, haciendo misiones por media Galaxia y había sentimientos que habían florecido, pero la guerra contra el Imperio era algo inminente y cualquier distracción podía costarles la vida.

Acababan de entrar por la puerta este de la ciudad cuando una mujer huía despavorida gritándoles a todos que hicieran lo mismo.

Los dos se miraron y siguieron adelante en la dirección de la que había venido la mujer. Al acercarse vieron varios cuerpos inertes por el suelo. En una esquina de la calle una chica lloraba, Catnoir fue a acercarse pero esta le chilló que no lo hiciera.

—¡No la toquéis! Está maldita. —Era la voz de un señor que andaba a duras penas con su bastón—. No es la primera vez que algo así pasa, hace tres semanas un joven quemó su casa y huyó al bosque, parte del bosque también se incendió y la mitad de los campos de cultivo ardieron con él. En esta ciudad estamos malditos. —El hombre se fue sin esperar respuesta.

—Esto es obra de alguien —dijo Ladybug—, y tenemos que encontrar la manera de pararlo. — Estaba preocupada, no se parecía a nada a lo que se hubieran enfrentado antes—. Tikki —Llamó a su droide por el intercomunicador—, necesito un mapa de la ciudad.

—Hey, vosotros dos venid aquí. —Se giraron para descubrir a un Rodiano a lo lejos llamándoles. Siguieron alerta por si era una trampa. Llegaron hasta las puertas de un sótano—. Llevo demasiado tiempo esperándolos, soy un guardián de la fuerza como vosotros.

—No, espera ¿qué? ¿Estás diciendo que somos Jedi o algo de eso? —Catnoir estaba apunto de marcharse cuando el verde ser le mostró un anillo. Sintió una fuerte conexión con él y la inmensa necesidad de cogerlo.

—No sois Jedi, pero si guardianes de la fuerza. Sois capaces de entenderla e incluso de manejarla a través de estos prodigios. Ten, estos son para ti —Le entregó unos pendientes a Ladybug—. Los ataques que hemos estado sufriendo en la ciudad —continuó—, son obra de un Sith. Me arrebató uno de mis prodigios y ahora lo usa para corromper a la gente, volverlos autodestructivos. A base de miedo quiere conseguir que el Rey jure lealtad al Emperador. Se ha propuesto conquistarnos sin ejército y está a punto de conseguirlo.

—¿Y qué se supone que podemos hacer nosotros? —Ladybug no soportaba la incertidumbre, sentía que no tenía la situación bajo control y eso lo odiaba.

—Tenéis que encontrar las debilidades de las personas akumatizadas. Catnoir —Lo señaló con su verde dedo—, este prodigio te concede un arma muy poderosa, es una espada de cataclysm y con ella serás capaz de destruir cualquier objeto. —A Catnoir se le iluminó la cara, una espada superdestructiva era demasiado emocionante—. Ladybug es la encargada de recoger los akumas envenenados por el lado oscuro y purificarlos, esta caja está hecha de cristales kyber.

Los prodigios de la galaxia | WATTWARSWhere stories live. Discover now