lingerie ✧ minayeon

恥ずかしい

—Buenos días, Prof Myoui —Nayeon saludó, entrando primero al salón—Mañana iremos con, ¿quién?

—Valerie y Jackson —Dijo seca y cortante, llamando la atención de la menor.

—Prof, ¿Hice algo malo ayer?

La mayor la vio por el rabillo del ojo, pensando en decirle o no. Optó por una mentira blanca.

—Creo que ayer hice algo malo y estoy avergonzada por si usted lo recuerda —Y Nayeon sonrió al pensar que se pudieron haber besado. Lo último que recordó fue que se le acercó a su rostro.

—No, si usted hizo algo malo ayer, no debería estar avergonzada, ¿Sabe? —Se acercó para acariciar su brazo, y Mina no se alejó. Su vista se dirigió de manera rápida a la puerta para verificar que nadie más estuviera viendo ese fuerte coqueteo, porque era eso. Un coqueteo fuerte y descarado.

La mayor rascó su cien, viendo a Nayeon sonreírle.

—¿Por qué no?—Iba a acomodar sus lentes, pero la menor los acomodó, acercándose peligrosamente al rostro de su maestra —Señorita Im, creo que-

—Porque sé que no me hizo nada malo.

Y la mayor dejó de respirar. Se apoyó en el escritorio, moviéndolo, haciéndolo chillar, y ambas se separaron bruscamente.
Agradecieron que lo hicieron, porque segundos después apareció la maestra del salón, preguntando por el ruido.

—Sólo apareció un bicho y yo le tengo fobia a ellos, me moví muy brusco —Señaló el piso con un puchero, y la maestra sonrió, asintió, y volvió a su salón, calmando a las otras dos— Bueno, entonces, mañana vamos a con Valerie y Jackson, ¿Verdad?

—Sí, iré a recogerla a su departamento a las 6 am, vamos a desayunar a un lugar que conozco, muy bueno.—Saca su celular, mostrando la dirección, y Nayeon mordió su labio, llamando la atención de su maestra. Despegó su vista de su celular para ver esos labios, pero cuando se dio cuenta de eso, se alarmó, apartó su vista de ellos, apagó su celular, y se separó de la menor.

—¿Sabe algo que me llama la atención? Cuando estoy con usted siento que está muy a la defensiva y siempre alerta, está muy tensa —Sus manos fueron a sus hombros, y Mina juró que sintió una gota de sudor recorrer todo su mentón hasta llegar a sus clavículas— ¿Quiere ir hoy a mi casa? Compré un postre muy bueno y quiero que lo pruebe.

—¿Por qué no lo trajiste?—Tragó saliva al verla volver a morder sus labios, y luego sonreír.

—Quiero que vaya a mi casa, ya me acostumbré a su presencia, se me hace demasiado raro el caminar y no verla —Mina suspiró.

—Vámonos en mi camioneta.—Y la menor asintió.

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—¿Qué es el postre?—Preguntó la mayor mientras pasaba a la cocina tímidamente detrás de la menor, que le jalaba el brazo para que pasara.

—Un mostachón, es delicioso, lo hizo mi vecina —Le mostró el postre, y después vio como la menor le ofrecía con una sonrisa. Le estaba dando de comer. Frunció su ceño, dispuesta a rechazarlo y comerlo ella, pero la mirada insistente de Nayeon hizo que abriera la boca y aceptara.

—Sabe bien —Dijo limpiando su boca, y su mirada se dirigió a los labios de la pelinegra, que estaban manchados de crema—. Tiene algo en la boca —Lo limpió con su pulgar, mostrándolo.

Aunque por instinto lo llevó a los labios de la menor, obligándola a lamerlo. Realmente no lo pensó, no pensó nada desde que entró a esa cocina y su cerebro se hizo frito y pequeño al momento de ver los labios de Nayeon, de su alumna. Ver el tierno rostro de su alumna confundido, sonrojado, y exaltado fue lo que la trajo a la realidad.