Un día más en la vida de Héctor.

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Abrió los ojos y bostezo. Se secó la baba que ya se deslizaba por su barbilla y se sentó en su cama mientras contemplaba su alrededor tratando de despejar cualquier rastro de sueño.

Había dormido más de las nueve horas que su madre siempre le obligaba dormir, pero esto no le parecía para nada justo. Según él, ya tiene la suficiente madurez como para decidir cuantas horas de sueño tomar, ya que hace cuatro meses Héctor cumplió dieciseis años.

En sus pensamientos Héctor se quejaba de su madre, es demasiado sobreprotectora. Aúnque quizá no lo es, su madre se preocupa por él justo lo que debe preocuparse, pero desde los ojos de Héctor se preocupa de más.

Antes de hacer cualquier otra acción se limito a tan solo observar su pared, ahí se encuentran muchas cosas. Como por ejemplo el logotipo de su banda preferida la cual es Neurosis, algunos dibujos echos por él mismo de los cuales está tan orgulloso que decidió colocarlos ahí, y algunas ilustraciones de series como "Rick and Morty", "Los chicos de barrio" y "Los Simpson". También hay una foto de él y su perro llamado Chisty, el cual lleva
dos años muerto.

Después de salir de su gran lluvia de pensamientos volvió a tallarse los ojos una última vez para dedicar su vista al reloj, al ver la hora la boca de Héctor cayó casí hasta el suelo mientras que sus cejas se alzaron casí hasta el cielo. Eran exactamente las siete de la mañana con cincuenta minutos, él debería llegar a la escuela a las ocho en punto. Rápidamente sacó su telefóno del cajón de al lado, al revisar la configuración de este se percató de que había olvidado poner la alarma.

No perdío ni un segundo más, se puso de pie y corrió a su armario. Se vistió con su uniforme y aún descalzo salió corriendo de su habitación.

―¡Madre!-― La llamó―.¡¿Dondé estás?!― Si su madre tampoco se había molestado en despertarlo seguramente era porque unos asesinos la habían raptado, suena lógico, ¿no?

Al adentrarse a la sala de estár la diviso dormida en el sofá. Un suspiró de alivio fue expulsado de su boca, se acercó a ella y le dejó un beso en la frente. Si, para Héctor era algo fastidiosa, pero aún así la amaba.

Regresó a su habitación con la intención de ponerse los zapatos y cepillar su cabello, así lo hizo. Colocó su mochila en su espalda y sin hacer ruido salió de su casa. Se sentía algo feliz de que su madre no lo acompañara, ella todo el tiempo va detrás de él. ¡No lo deja ir a ninguna parte solo! Eso hace que Héctor se sienta sofocado.

Héctor y su madre no tienen auto, su madre a duras penas puede pagar la renta mensual de la casa. Economicamente hablando estan muy mal desde que su papá los abandono. El no entiende muy bien porque los ha dejado.

Con gotas de sudor en su frente y un cansancio extremo corría hasta la escuela. Tenía que llegar puntual, si llegaba tarde lo castigarían.

Justo en ese momento pasaba por el edificio abandonado de la manzana. Este es alto, su pintura blanca se ha caído poco a poco hasta ser gris casí por completo, tiene una cerca alta de barrotes negros los cuales están cubiertos por enredaderas, desde afuera se puede ver que hay un piano viejo y destrozado adentro pero que por alguna razón sigue siendo muy hermoso. Las ventanas están rotas y dejan ver la infinita oscuridad que envuelve los adentros del edificio. Es misteriosamente bello.

Aquel lugar llena de miedo e inseguridad al pobre Héctor, odia tener que pasar por ahí, siente que entidades le observan desde las ventanas.

De la nada un señor salió de aquel edificio. Era alto, quizás de un metro ochenta, tenía los ojos verdes y cabello castaño lacio hasta los hombros. Su piel era de tez morena, llevaba puesto unos pantalones color rojo y una camiseta color celeste, además tenía un tatuaje de una llave en el antebrazo izquierdo. El señor hizo una seña con su mano pidiendole a Héctor que se acercara lo, este lo dudo y  lo miró extrañado sin dejar de caminar, pero luego de que el tipo volvió a insistir termino por aceptar.

Myself [One Shot[Donde viven las historias. Descúbrelo ahora