Me despido de los libros de poesía que guardo debajo de la almohada, en el bolsillo del saco negro, detrás de los condimentos, de los que llevo pegados en el alma y repito sin desdén
Me despido de la imaginación traviesa, lábil, vehemente
Me despido de los labios inquietos, de esa mirada fugitiva; de las manos que asedian la frágil perfusión sanguínea
Me despido de esta canción que escucho mientras escribo; del raudo "lup dup" y de la sal de las manos
Me despido de ella, y de ti también...