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-Así como escuchaste, la señora fue encontrada en su habitación- dijo María- Bueno no te molesto voy a mi casa.

La señora María salió de la casa dirigiéndose a la suya. El sol se estaba ocultando y si la muerte de Enriqueta fue un asesinato el culpable debe estar suelto y caminar sola por las calles no es buena opción.  

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- Policía estatal, necesito que me acompañe a hacerle unas preguntas.

-Claro oficial- dijo Juan, ya había pasado dos días desde la muerte de su esposa y estaban organizando el funeral.

La policía le hizo varias preguntas al señor y todas fueron con sinceridad, el no parecía el culpable y quien lo conociera bien sabría que el amaba a su esposa como a nada en el mundo.

Muchas personas fueron invitadas al funeral, gente del pueblo, familiares y amigos. 

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Como todos los días Martha salió a las 5 de la mañana a pasear por el pueblo y por el campo con su mejor amigo Zeus, un caballo sangre pura con pelaje negro y ojos verdes. Fue un regalo de su padre antes de fallecer y es muy importante para ella. 

Ella era consiente de la muerte de Enriqueta, siempre que ella salía a pasear con su caballo, estaba la señora en su balcón bebiendo de su té y admirando el amanecer y aunque ella ya no estaba sentía que ella estaba ahí parada como siempre, aunque no fue así y en vez de ella salió el señor Juan con la misma taza de su mujer bebiendo como ella solía hacerlo.

Siguió su camino de siempre y cuando estaba un poco alejada de su casa empezó a ir mas rápido, un ruido asusto a Zeus y ella callo al suelo. Estaba un poco mareada y solo veía una figura, por un momento pensó que la difunta señora se le apareció para llevársela pero no fue así, si no un gran hombre de unos 21 años que la ayudaba.

Se sentía confundida, nunca lo había visto y conoce a todo el pueblo. Se levanto con ayuda de aquel hombre y empezó a buscar a su caballo.

-Te encuentras bien- dijo aquel hombre que la ayudo.

-Si, lo siento, estoy un poco mareada puedes recordarme que pasó- dijo acariciando a Zeus.

-Bueno yo venia de camino al pueblo con mi Yegua y tu saliste en mi camino y tu caballo se asusto y te tiró- Dijo el chico con arrogancia.

-Bueno fue tu culpa, tu te atravesaste en mi camino- dijo la chica con orgullo- Nunca te había visto aquí y yo siempre paso por aquí.

-Bueno en ese caso es mi culpa lo siento cariño- dijo el muchacho con caballerosidad.

-No me digas cariño chico extraño

-Perdón, mi nombre es Miguel García- Se presento aquel joven

-Miguel García?- Podría reconocer ese nombre donde sea, Miguel, el sobrino de Juan García, su vecino- Martha Rodríguez.

- Un gusto.


La casa al final del puebloDonde viven las historias. Descúbrelo ahora